jueves, 31 de julio de 2008

Un país de imbéciles (I)


Inauguramos esta sección dedicada a la pléyade de subnormales que pululan por nuestra querida España, “esta España mía, esta España nuestra ♪ ♫”.  Y lo hacemos con la que fuera eurodiputada socialista Rosa Díez. Resulta que a la señora, actual lideresa del grupo parlamentario de Unión Progreso y Democracia, no le hace gracia que unos críos de Novelda tengan una banda de rock bautizada como The Juana Chaos. Y no solo eso, sino que ha removido cielo y tierra para que no puedan tocar en el Raïm Festival, encuentro musical a celebrar los días 1 y 2 de agosto en su población y al que habían sido invitados. El argumento de la tiparraca es que el nombre de la banda es una apología del terrorismo. Y es que en una semana ha pasado de calificarlo de insolencia y una falta de sensibilidad a imputarles un delito. Y sin ponerse colorada… Poca broma.

Pero, ¿qué carajo es apología del terrorismo?
Según el Código Penal vigente, 
la exposición ante una concurrencia de personas o por cualquier medio de difusión, de ideas o doctrinas que ensalcen el terrorismo o ensalcen a su autor, siendo sólo delictiva cuando actúe como forma de provocación y si por su naturaleza y circunstancias constituye una incitación directa a cometer un delito”. Valorad vosotros mismos si el tener un grupo de rock con ese nombre puede considerarse dentro del tipo penal. Pero eso le da igual a doña Rosa, a su partido de mierda, a la COPE, a El Mundo y al resto de miembros del clan del oso cavernario. Para ellos no existe la duda. Exhortando a nuestro garantista estado de derecho a que se ponga las pilas y actúe contra los chavales.

La primera consecuencia de todo esto ha sido la exclusión de la banda del cartel del festival. Poco les ha importado que los componentes de la banda canten en inglés sobre temas banales que poco tienen que ver con el terrorismo o la política en general. Ni que eligieran el citado nombre como un simple juego de palabras -The Juana Chaos = El caos de Juana-. Nada. A tomar por culo todo, la oportunidad de tocar y cuidao que no los zagales acaben en el talego. Y todo por una mala elección del nombre con el que darse a conocer.

Y ahora es cuando espero sentadito a que doña Rosa y sus adláteres vayan tras La Oreja de Van Gogh, por responder a un nombre que instiga claramente a la locura. A por Barricada y su frontman “El Drogas”, por delitos contra la salud pública. A por Los Toreros Muertos de don Pablo Carbonell, por fantasear con el asesinato de los trabajadores de la cosa taurina o por ir directamente contra la fiesta nacional. O ya puestos, contra los galleguiños Triángulo de Amor Bizarro por pornógrafos, pedófilos o simplemente por subvertir los postulados de la familia tradicional, del matrimonio católico y de la madre que nos parió a todos…

En serio… menuda imbécil peligrosa. Y Menuda gavilla de mendrugos con micrófono… Que ruina de profesión y de país.


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PD. Anoche de camino a casa vi carteles promocionando el show de unos tipos que se hacen llamar Cretino’s Borne… Ale Bertín, ¡vístete que sales al campo!

PD. 2. Observando el cartel del Raïm Festival en su edición del pasado año, veo que hay unos tal Atentados Unidos... ¿Comorl?  No si al final va a tener razón la tiparraca esta…
PD. 3. La verdad es que Atentados Unidos, como nombre, tiene su gracia. Y Cretino's Borne mola un huevo... Ups… ¿Seré un apologeta de esos?

PD.4. Rosa Díez, cómeme los huevos.

PD.5. Pero bien comíos

miércoles, 30 de julio de 2008

Guerra de guitaaawas!!!


Si hay un asunto que no se toca en esta bitácora, es el de las consolas y los videojuegos. Quizás porque me interesa poco. Tal vez para olvidar aquellos años en los que era un auténtico viciado y cada monedita que caía en mis manos acababa en los recreativos del Parc Central. Pero alguna vez me compré una Wii. O me la regalaron, que para el caso es lo mismo. Y ahí quedó aparcada, más o menos. Eso hasta que cayó en mis manos el posiblemente mejor juego jamás inventado: Guitar Hero III - Legends of Rock”. Esta valoración es la de alguien que, como habréis deducido, ha jugado a pocas cosas más. Así que podéis llamarme exagerado. Y flipao también. Pero vaya, no me bajo de la burra. A ver que otro juego es capaz de aunar la interactividad y el desenfreno que te permite la Wii, con tamaña selección musical.

Reconozco estar completamente enganchado al “Guitar Hero” y es que se lo han currado los muy cabrones. Tenían perfectamente estudiado como captar al personal, convirtiendo a esta saga lúdico-musical en la más vendida del mercado. Empezando por el modelo de guitarra empleado. Una réplica de la clásica Gibson Les Paul como la que usan Jack White o Mike McKready y Stone Gossard de Pearl Jam. También el “gran” Joey Tempest aka “el terror de las nenas”. Y por la variada e interesantísima selección de temas guitarreables, entre los que se incluyen éxitos de los Guns n’Roses, Weezer, Rolling Stones, Beastie Boys, Black Sabbath, Rage Against The Machine, los Dead Kennedys o Social Distorsion. De ahí que tantos melómanos hayamos caído en sus garras.

Más allá de la dificultad de manejar los botones y llevar a la práctica todas las “técnicas” que te permite el juego, el querer convertirte en un auténtico Dios del metal consigue que le saques tiempo al tiempo mejorando habilidades y subiendo de nivel. Disfrutando como un enano tocando canciones de grupos míticos y de otros no tanto, pero que aprenderás a valorar gracias a esta mierda de juego… “I was made for lovin' you baby...” También es verdad que podría haber dedicado todo estas horas a dar clases de guitarra y hacer algo útil. Ya me daría para hacer un tapping mejor que el del puto Eddie Van Halen. 

Pues eso…  Mientras apuro los días antes del lanzamiento del “Guitar Hero IV: World Tour”, que saldrá a la venta cara las Navidades y con nuevos instrumentos -¡¡¡se anuncia una batería!!!-, seguiré pugnando con Tom Morello y Slash en su versión antigua...  uaaaaaaaunnnnnnnngggggg …eixa guitawaa si que sona!!!!

martes, 29 de julio de 2008

“El otro”, auténtica película de culto


¿De qué hablamos cuando hablamos de una película de culto?
Esta simple pregunta carece de respuesta fácil. Si rastreamos por Internet, tiramos de bibliografía básica sobre cine o de revistas especializadas, encontraremos opiniones para todos los gustos. Sesudos opinantes que en base a criterios opuestos incluyen en sus listados de obras de culto películas que resultan no solo diferentes sino antagónicas por sus formas, mensajes, estilo o repercusión. A ver, según el “Diccionario del guión audiovisual”, escrito por Jesús Ramos y Joan Marimón, el concepto de película de culto incluye “todo largometraje, cortometraje o documental que genera veneración”. El término, acuñado en los años setenta, se aplicaría a aquellas películas extrañas, marginales, a veces surrealistas y en ocasiones malditas que mantienen su vigencia con el paso del tiempo. El diccionario adjunta un listado abierto de películas de culto.

Lo cierto es que el culto se crea por la atracción de un pequeño grupo de espectadores que se trasforman en devotos. La gracia está en que la cinta siga siendo popular a pesar del transcurso de los años y para ello es fundamental la relación de la audiencia con ella. La acción de estos fieles seguidores, pocos pero buenos, que la visionan una y otra vez como si asistieran a un oficio dominical. La película es de culto porque así lo conciben ellos. Observamos que estas películas, con frecuencia, no son exitosas en términos comerciales, si bien no siempre se da el caso. De hecho este es uno de los principales motivos de discusión sobre que se considera culto y que no. Hay quiénes entienden que el fracaso comercial es una condición sine qua non. Desde esa óptica diferenciarían entre películas populares y películas de culto, oseasé aquellas que alcanzaron un relativo éxito tras su estreno frente a aquellas otras que pasaron desapercibidas.

Pues bien. Pasando por encima de opiniones más o menos fundamentadas, de purismos o de guías y listados elaborados por otros, este menda considera que “El otro”, film de 1972 dirigido por Robert Mulligan y basado en la novela homónima de Tom Tryon, como ejemplo prototípico de lo que es una película de culto. Me consta que no estoy solo en esta lucha. Cuenta la historia de dos hermanos gemelos de once años que viven en el seno de una familia de origen ruso, en un poblado de la América profunda a mediados de los años treinta. A lo largo del metraje se van sucediendo una serie de acontecimientos macabros en los que se verán involucrados los niños. Muy diferentes entre sí pese al nexo gestacional. Con formas alejadas de enfocar y hasta de entender los mencionados sucesos. Hasta el punto que resulta difícil determinar quién es responsable de qué o si tan sólo son meros espectadores del carnavalito. La expresión en sus rostros, las miradas, los movimientos, el tono de voz… nos adentran en un mundo escalofriante en el que lo fantástico tiene tanta vida como lo real. También es muy importante el papel de la abuela Ada, patriarca de la familia. Por la relación entre lo que acontece y esas tradiciones y ritos rusos que comparte con sus nietos, jugando al “Gran Juego”.

“El otro” se compone de un universo de sueños y pesadillas que configuran este lado oscuro de la infancia pocas veces reflejado por el séptimo arte. De ahí que, al momento de su estreno, lograra buenas críticas. Llegando a ser calificada como “la aproximación más perversa de la historia del cine al universo de la infancia”. Sin embargo y pese a ser considerada como una de las películas más crueles, malsanas y escalofriantes en la historia del cine, no ha alcanzado una consideración acorde a su valía. Y eso que creo es una de las grandes obras del cine moderno. Y no solo como cinta de género, que lo es… Además viene dirigida por una de los máximos exponentes de lo que se conoce como el Nuevo Cine Estadounidense o Generación de la Televisión. Poseedor de una filmografía desigual que sin embargo incluye, además de esta, otra obra inmensa como “Matar a un ruiseñor”. Quién dice inmensa dice una puta obra maestra.    

domingo, 27 de julio de 2008

“Sólo utilizamos el 10% de nuestro potencial mental”


Cuantas veces habré leído esta frase atribuida al físico alemán Albert Einstein…
Todo tipo de colectivos, instituciones, empresas o entidades de diverso pelaje han usado esta reflexión del genio de Ulm, para apuntalar sus propias meditaciones de acuerdo con sus intereses. Se ha usado incluso en el mundo de la publicidad y también para enmarcar la efigie del científico y vender camisetas o pósters más o menos simpáticos. Ahora parece que los últimos en tirar de ella son los acólitos al Centro de Dianética de Eficiencia Personal. Uno de cuyos folletos fue depositado en mi correo. ¿Pero qué coño es esto de la Dianética?

Pues es una de las creencias que profesan los miembros de la Iglesia de la Cienciología. Desde su nacimiento, a finales de la década de los cuarenta, ha sido dada a conocer al público a través de los libros del escritor de ciencia ficción L. Ronald Hubbard. Este señor afirmaba que usando los métodos de la ingeniería habría descubierto el único origen de todas las enfermedades mentales. Bajo esa premisa, propone un tratamiento, llamado “auditación”, para curar esas enfermedades. Poca broma. Y aquí es cuando llegan estos cienciólogos enmascarados - en ninguna parte del folleto se identifican como tales- y nos dicen que los descubrimientos en el campo de la mente llevados a cabo por el profeta Hubbard confirman la afirmación de Einstein. Todo para endilgarnos el libro “Dianética: El poder del pensamiento sobre el cuerpo” y que nos lo leamos. La lectura permitirá librarnos de las barreras que nos impiden desarrollar el 90% de nuestro potencial mental y de paso acercaros por el Centro de Dianética local para engrosar las filas del culto.

La verdad es que estoy por comprarme el libro. A ver si después de su lectura “adquiero suficiente confianza para alcanzar mis metas”, dejo de “cometer los mismos errores una y otra vez” y “aumento mi inteligencia y mis potencialidades”. Todo muy bonito, sí señor. Sin embargo a mí no se me olvida aquel documental de la BBC sobre la Cienciología, más la posterior reacción de estos pacíficos creyentes, declarándole la guerra al canal. Llegando a amenazar a John Sweeney y el resto de los periodistas participantes, o distribuir un devedé repleto de insidias con el que pretendían contrarrestar el efecto del reportaje original.

¿Y qué mostraba el material de la BBC? Pues nada que no sepamos ya, vaya. Lo que pasa es que a través de imágenes impacta mucho más. Que la Iglesia de la Cienciología es una secta especialista en técnicas de manipulación mental. Que sus miembros se comportan como soldados al servicio de un líder. Que más que una secta o religión, como ellos prefieren denominarse, son una empresa perfectamente organizada y en crecimiento, con cada vez más ingresos. Que mantienen campañas que desacreditan tanto a la psicología como a la psiquiatría, curiosamente las ciencias que pueden luchar contra la manipulación mental. Etc.
Si bien, lo más curioso del culto sería la manera como los adeptos acceden a la verdad revelada. Mientras vayan pagando, progresarán en el escalafón de una organización fuertemente jerarquizada, hasta llegar a ese punto indeterminado en que se le mostrarán esas verdades absolutas. Al final,  la revelación tiene que ver con que están dándole pasta a una élite de extraterrestres radicados en nuestro planeta y que fueron enviados por otro de mayor rango llamado Xenu. Tremendo. Pero se lo creen, claro. O no, pero hacen como que sí. Y es que tras años desembolsado auténticas fortunas, ¿cómo no se lo van a creer? ¿Aceptar que todo es un cuento? ¿Qué les han timado? Ja’ me maten!!! Para adelante como los de Alicante...  Mientras tanto los esbirros de Hubbard siguen con sus campañas publicitarias para recabar fondos. Ahora aquí en Valencia. No sé si Tom Cruise vendrá a vender las bondades del producto. O Travolta, bailongueando poseído por el espíritu de Xenu.

Tengo que reconocer que, por curiosidad, entré en la página de la organización en dónde me topé con la siguiente afirmación: “Tú eres un ser espiritual inmortal, tus capacidades son ilimitadas, incluso si no se han realizado todavía”. Y vaya, yo no sé vosotros, pero a mí no me interesa vivir eternamente. La inmortalidad se la dejo al Conde Drácula. Mis capacidades, como las de todos, está limitadas por la madre naturaleza. ¿Qué le vamos a hacer? De todas formas, como soy buen tipo, seguiré viendo las pelis de Tom Cruise y deleitándome con esa majestuosa manera de correr ante la cámara. Eso sí que es una cualidad sobrenatural. 

No, si al final…

sábado, 26 de julio de 2008

16 Horsepower, el espíritu de la música sureña

Sobre estas líneas los miembros de 16 Horsepower, banda originaria de Colorado con la que me topé no hace mucho para mi desgracia. Y es que es una de las cosas más chulas que he escuchado en mucho tiempo. Con un concepto musical que fusiona con maestría elementos propios de la música tradicional de su tierra, el folk, el country y el bluegrass, dándoles un enfoque más moderno en lo compositivo. Lástima que ese tardío acercamiento haga imposible el poder verles en directo. Se separaron en 2005, a través de un comunicado conjunto de sus miembros en el que daban por terminado este proyecto musical debido a “insalvables diferencias personales, políticas y espirituales, y a la imposibilidad de compatibilizar la vida de la banda con sus rutinas diarias”. Por suerte me quedan sus siete discos de estudio, además del recientemente editado “Live March 2001”, un extraordinario directo en formato doble cedé, que recoge los cortes más representativos de su trayectoria. Para muestra esta fantástica “American Wheeze”, aquí en un directo del año 2000, en el Pinkpop Festival de Holanda. Una de mis favoritas.
"I've grown tired, 
of the words of the single man
hangin lifeless on his every word -- o man
you don`t understand dear man
the little angel held out her hand
sayin father, father i love you
o praise jesus i got her
ok yeah billygoat an we'll play farm
I didn`t mean to spirit stiff you
nor to doy you no harm
you say you have got a bone to pickwell, 
there`s plenty showin on me
come on up yeah bring your temper boy
we'll see, we'll see
yeah you may be the only one come on son
bring your blade and your gun
and if I die by your hand
I have gotta home in glory land"


Por cierto, que no lo he dicho, en su época más prolífica la banda estaba formada por David Eugene Edwards, Jean-Yves Tola, y Pascal Humbert. Todos ellos permanecen en activo formando parte de los tremendos Wovenhand o Lilium. En algún momento también formaron parte de 16 Horsepower Keven Soll, Jeffrey-Paul Norlander, Steve Taylor y Rob Redick.

jueves, 24 de julio de 2008

Comunicado urgente, necesario y extemporáneo


Sirva esta entrada para rendir homenaje al instigador de este blog y aclarar un malentendido. Aquel que hizo que esta bitácora se llame como se llame. Cómo es un tipo discreto, poco amante de cámaras y flashes, no diré su nombre. Me referiré a él como el autor moral, tal cual lo denominaría una leyenda del periodismo como PedroJeta. Así pues la otra tarde estábamos el autor moral y servidor, ciegos de cerveza como tantas veces, y en algún punto de la conversación salió a relucir que no eran tres sino dos los cagallones que había bajo el piano. Sí, porque el título de este blog hace referencia a una supuesta película, inventada en su día por el autor material of course, que respondería a ese título. A fuerza de repetirlo una y otra vez durante años, inventando incluso un argumento y un reparto, acabó instalándose el mito de su existencia. Siendo durante décadas una de las cintas más buscadas en los videoclubs de Almussafes y alrededores. Algo parecido a lo que la discografía de Spinal Tap fue para los melómanos gringos, o el Necronomicon para muchos ocultistas y lectores de Lovecraft. En clave local o a lo sumo comarcal, claro está. 

Así pues, les comunico que este blog pasa a llamarse Dos Cagallons Baix d’Un Piano… Pero solo moralmente. Como aquí no tenemos moral, ni mucho menos tiempo y ganas de rectificar diseño y textos, pues todo quedará igual, con los característicos tres mojones debajo del pianito.

Y eso es todo… 

Atentamente,

Sulo Pekka Resmes (ft. El Dire)
Administrador Único de T.C.B.U.P.

martes, 22 de julio de 2008

Srebrenica


Srebrenica es una pequeña localidad de la actual Bosnia y Herzegovina, cuya principal fuente de ingresos son la minería y un reconocido balneario. Con una población multiétnica y multicultural, mayoritariamente bosniacos musulmanes y serbobosnios, esta “ciudad de plata” -que es lo que significa Srebrenica en serbocroata-, cuenta con una larga historia. Al parecer las minas de plata que le dan nombre ya eran explotadas por los romanos. Quienes además construyeron un balneario para aprovechar el manantial de aguas medicinales que discurre por la población.

Sin embargo no es debido a estas cuestiones el que esta ciudad sea conocida en el mundo entero, sino por la masacre de julio de 1995, en el marco de la Guerra de los Balcanes (1992 - 1995). Uno de los episodios más vergonzosos de la historia reciente del continente europeo. La masacre, o más bien el genocidio, acabó con la vida de unos ocho mil civiles bosnios a manos de unidades del llamado Ejército de la República de Sprska –el ejército serbio de Bosnia- y de paramilitares serbios que se introdujeron en una zona, previamente declarada como segura por las Naciones Unidas y protegida por un destacamento de cascos azules holandeses.

Al frente de la milicia serbia se encontraban dos de los personajes más siniestros de esta guerra fraternal. Por un lado el ejecutor directo de la masacre, el coronel Ratko Mladic, y por otro el ex presidente de la autoproclamada República Serbia de Bosnia, Radovan Karadzic, ambos acusados de crímenes de guerra. Por suerte uno de ellos ya no está huido de la justicia. Y es que ayer mismo conocimos que Karadzic fue detenido en Belgrado, disfrazado y haciéndose pasar por otra persona. Lógicamente será entregado al Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia para que responda de sus actos. Y es que la locura del doctor K, recibido como psiquiatría y especializado en paranoias, neurosis y trastornos depresivos, pero que nunca pudo ejercer como tal, es cosa seria. Quienes le conocieron comentan que “la frustración por lo que nunca supo hacer como psiquiatra en la gran Belgrado, llevó a Karadzic a los extremos de la locura en la pequeña Sarajevo”. También su incapacidad como junta letras, no pasando de ser un aficionado poco ducho en esas lides. En fin...

El tipo fundaría en 1990 el Partido Democrático Serbio, con el fin de unir a los serbios de Bosnia. Ese fue su trampolín hacia el poder. Ahí comenzó a producirse la mutación de este aspirante a poeta y médico frustrado, hasta convertirse en una especie de Hitler balcánico. Si bien, su “reinado” duró bien poco, coincidiendo con los tiempos más oscuros de la actual república de Bosnia y Herzegovina. Su sueño era crear y gobernar una república serbia independiente, algo que no alcanzó por vías democráticas por lo que recurrió a la instigación de la violencia e instaurando un régimen de terror. Después dedicaría todos los recursos a su alcance para acabar con la población de Bosnia que no fuera serbia, es decir, casi el cincuenta por ciento, siendo el responsable político de las llamadas “operaciones de limpieza” realizadas por las fuerzas serbo bosnias. Entre estas se encuentra la perpetrada en Srebrenica y que es la que origina esta entrada. Pero es que además es responsable de crear campos de concentración para musulmanes y otras minorías, de deportar familias enteras y de miles de casos de tortura y violación.
Lo jodido es que todo esto parece una cuestión lejana en el tiempo. Como de otra época. Pero ni es tan antiguo, ni sucedió demasiado lejos de aquí. Ocurrió hace apenas quince años y a poco más de dos mil kilómetros, con la comunidad internacional -con Europa a la cabeza- mirando para otro lado. También la ONU y sus cascos azules, responsables pasivos de la matanza de Srebrenica. Comportándose como privilegiados observadores del espectáculo sangriento ofrecido por las huestes del carnicero de Srebrenica. Tendrán algo para contarles a sus hijos. También es verdad que en esa zona no hay petróleo, ni ningún otro recurso natural codiciado. No sé de qué me quejo entonces...

¿Consuela la captura de Karadzic, cual responsable político del genocidio? Pues no del todo, la verdad. Pero vaya, algo es algo... También está eso de que a cada cerdo le llega su San Martín...

lunes, 21 de julio de 2008

Tigres, tigres, leones, leones... ¡¡¡Todos quieren ser los campeones!!!

Ciento nueve minutazos perplejo. Porque eso es lo que dura la última broma del veterano director alemán Roland Emmerich. Tiene por título “10.000” y está ambientada en la prehistoria, lo que no obsta para que aparezcan cromañones junto a watusis, además de indígenas americanos y poblados en los que conviven escandinavos con familiares de Bob Marley. Eso y animales prehistóricos junto a otros que parecen sacados de algún bestiario medieval en medio de la sabana africana, de bosques tropicales, de los Alpes suizos o de un desierto con pirámides y todo. Vaya, un carnavalito apoteósico.

La cinta narra la epopeya de un joven cazador que, al mando de un ejército multirracial -algo habitual en la prehistoria, por si no lo sabíais- atraviesa desiertos y montañas repletas de tigres gigantes con dientes de sable y pollastres criminals –no va de broma-, para rescatar a la mujer de su vida. Vamos, una especie de “Las Cuatro Plumas” pero sin plumas y con trogloditas, en la que no se echa en falta ninguno de los tópicos del cine más comercial. Quizás falta la aparición estelar de una enorme bandera de los EEUU ondeando al viento, pero al tito Roland le pareció demasié. Si bien yo no descartaría que apareciese en las escenas extras incluidas en el DVD.

Os voy a contar toda la película y así os ahorráis verla. Agradecedme el favor.
Todo comienza en un poblado compuesto por trogloditas acicalados con perillas noventeras, mechas de peluquería y dreadlocks, que además se gastan unos modales dignos de Lord inglés. Tienen como líder a una tal Vieja Madre, que no es más que una abuela pasada de anfetas que no para de soltar profecías como si le pagaran por unidad. En una de estas la señora acierta y aparece en el poblado una chica de ojos azules y con demasiado Rímel que acaba prendada del prota. El problema es que al instante es raptada por unos malos malísimos con pinta de tuaregs y se monta el lío padre. Que no sé yo si lo del aspecto moruno de los malvados habrá sido un lapsus del director o está puesto a mala leche. El caso es que el héroe se lanza al rescate de su amada, no sin antes haber cazado un mamut de cuarenta toneladas con una pírrica lanza y su exigua musculatura. Y es que es bravo el gachón.

El viaje en sí viene comandado por un tío con una lanza encalada, que parece sacada directamente de las ruinas de Gondor. Pero también cuenta con un rival de tribu buenrollero, a modo de consejero, y por un amiguete del prota de esos que siempre tienen en la boca lo de “yo por mi amigo mato”. Por cierto que, durante todo el trayecto, nadie le hace ni puto caso al supuesto jefe de expedición. Es más, basta que este diga algo para que los demás le rebatan votando en contra de sus propuestas y haciendo lo que les sale del nabo. ¡Para que después digan que la democracia la inventaron los griegos! El caso es que, tras toparse con unos pollos asesinos y ganarse la confianza del dientes de sable antes mencionado –en una escena que homenajea a la conocida fábula del león y la espina- nuestro héroe logrará cohesionar a un conjunto de tribus africanas que vete tú a saber por qué se entienden en lengua común, sea esta suajili, inglés o esperanto. Al final llegan a un río en medio del desierto y ven como los facinerosos se escapan con la chica en unos enormes barcos de velas rojas. A pesar de que los buenos no tienen barcas, logran seguir a los malvados a través del desierto y a pie, dándose de bruces con su base de operaciones, en la que están construyendo pirámides con la ayuda de esclavos y de mamutsitos indoor. Descubriendo que los malísimos de verdad son una especie de élite sacerdotal controlada por un iluminado venido del más allá. Un extraterrestre que tiene otra profecía, mejor que la de Vieja Madre y que acabará cumpliéndose con la inestimable ayuda del héroe. Una suerte de revolución marxista en la que los esclavos se rebelan, emulando a Espartaco. Total que el malo muere y el bueno rescata a la chica.

Pero es que ahí no se acaba la cosa. Esa encarnación del mal venida de fuera y anticipo de lo que vendrá después con Al Qaeda, antes de palmarla agarra un arco y mata a la shiquiiilla. Y aquí es cuando el señor Emmerich le para los pies al co-guionista. El tipo debió pensar, ¿para esto se han pegado semejante viaje? Así pues en un giro de guión digno del Hollywood clásico, lo resucita de entre los muertos y sin necesidad de utilizar les boles del drac. Que ya puestos, hubiera sido un colofón maravilloso para este despropósito. Y this is the end, mayonlifrén. A partir de ahí fueron felices y comieron perdices.

Como diría David Bisbal “esta peeeli… e immmmmm creíble” 
“Del director de Independence Day y de El día de mañana”…
Y es que te tienes que reír…
Por no llorar. 

domingo, 20 de julio de 2008

Futre, el mago de la cabeza gacha

Cómo no recordar a “Pablo”, aquel portugués desgarbado y de pelo enmarañado que se regateaba a todo Dios y al que nadie podía parar sino cometiendo falta. Siempre a tope de revoluciones, con la pelota cosida al pie y la cabeza gacha, encarando rivales al galope hasta concluir con un buen centro o un disparo seco, como en aquella memorable jugada en la Final de Copa de 1992. Jugando para el Atlético de Madrid, claro, uno de los clubs de su vida. Que fueron unos cuantos, ya que este nacido en Montijo en 1966, tuvo una larga trayectoria que lo llevó desde su Portugal natal hasta la Liga, pasando también por Le Championnat, la Serie A, la Premier inglesa e incluso el retiro dorado de Japón. Si bien donde más se le recuerda es en el Oporto, el club que le vio “nacer” y en el Atleti, al que continúa ligado de alguna forma y donde es un ídolo para la afición.

Con los dragoes jugaría durante tres temporadas, consiguiendo la primera Copa de Europa para la entidad y siendo galardonado con el Balón de Plata. Ese fue su trampolín al estrellato, que le hizo estar en el punto de mira de los clubs más importantes del continente. Sin embargo y contra todo pronóstico acabaría en el colchonero, club que por aquel entonces no pasaba por su mejor momento. Justo en aquella época comenzaba su andadura al frente uno de sus presidentes más emblemáticos y corruptos del fútbol español, Don Jesús Gil y Gil. Miembro emérito de la caspa marbellí y pionero de la cosa del ladrillo y la especulación salvaje. Y el orondo personaje tiraría la casa por la ventana para fichar al mejor valor del fútbol europeo de mediados de los 80 para su Atleti. Así comenzaron las siete temporadas de Futre en Madrid, quizás sus mejores años como futbolista, pese a que en todo ese tiempo tan sólo conseguiría alzar un par de títulos.

Hubo un momento en el que existió la posibilidad real de que cruzara el Manzanares y recalase en el Real Madrid. Pero cuando todo estaba acordado, el traspaso se truncó por la oposición de Gil a reforzar al eterno rival. Además de para joder al jugador, con quien mantuvo una compleja relación de amor - odio. Y sí, ya sé que ahora Futre cuenta otra versión de la historia, diciendo que fue él quien frustró la venta por amor al rojiblanco y tal y Pascual. Me parece bien que lo haga, pero no es cierto. Desde luego, no es eso lo que se dijo entonces. En todo caso ya da lo mismo. Y sí, soy de los que piensan que la proyección del portugués hubiera sido mayor enrolado en las filas del Real, pero bueno, así es la vida.

Tras un efímero paso por tierra de samuráis a cambio de un cerro de billetes, el futbolista anunció su retirada de los terrenos de juego. Corría el año 1999 e inmediatamente después regresaría a su Atlético de Madrid para ejercer como director deportivo. Aguantó el tipo hasta la temporada 2002- 2003, consiguiendo sacar al equipo del infierno de la Segunda División. En la actualidad ejerce labores de comentarista para canales españoles y portugueses, además de actuar como intermediario en la contratación de jugadores.

Y este es Paulo Jorge dos Santos Futre, uno de mis ídolos de juventud. Y eso a pesar de mis reconocidas simpatías por el Merengue. Aun así forma parte del Valhalla futbolero del perpetrador de este blog junto al príncipe Redondo, a Dragan Stojkovic, a Alfonsito Pérez, a Hugo “no te toques el mendrugo” Sánchez o a Jorge “el mágico” González.  

sábado, 19 de julio de 2008

¿Quién ganará la prueba ciclista en Beijing 2008?


Según las normas del Comité Olímpico Internacional (COI), “doping es la administración o uso por parte de un atleta de cualquier sustancia ajena al organismo o cualquier sustancia fisiológica tomada en cantidad anormal o por una vía anormal con la sola intención de aumentar en un modo artificial y deshonesto su performance en la competición”.

Lo cierto es que el dopaje es consustancial al deporte profesional. La competitividad lleva a que muchos, en búsqueda de gloria y fortuna, recurran a fórmulas mágicas. En ese empeño fueron surgiendo prácticas y métodos que podemos considerar precursores del doping. Ya en crónicas de la Grecia clásica se narra cómo fondistas, saltadores y luchadores participantes en los Juegos Olímpicos recurrían a extractos de plantas para mejorar el rendimiento. El consumo de panes con características analgésicas o el uso de bebidas compuestas de plantas cocidas, cuyo objetivo era la disminución de la congestión del bazo y la fatiga muscular, estaban a la orden del día. Milón de Crotona señala otra metodología consistente en alimentarse de carne de animales, cuyas dotes físicas podrían ser útiles en su deporte. Por ejemplo carne de toro para potenciar la fuerza. Filóstrato Galo dejó constancia de cómo la preocupación de los atletas llegaba a un punto extremo, extirpándose el bazo cuando éste, inflamado y dolorido, representaba un bache para su punta de velocidad en carrera. Cosa seria. Tenemos constancia de que la cafeína fue usada por los nadadores, los atletas y los ciclistas desde 1805. Entre estos últimos se registra el primer caso mortal, el del galés Linton, quien falleciera en 1866 en el transcurso de la París-Burdeos y tras la ingesta de estupefacientes.

Y así es como llegamos al deporte de las dos ruedas. Y por ende a la competición ciclista por antonomasia: Le Tour de France. Cuyas últimas ediciones se han visto salpicadas por el fantasma del dopaje. De hecho ya son varios los campeones del certamen que han sido descalificados por el uso de sustancias prohibidas. Y la actual edición, por desgracia, lleva el mismo camino. Y es que al final, como refleja Vergara en una de sus tiras cómicas del diario Público, lo interesante del Tour ya no es saber quién va a ganar, sino determinar cuándo va a detectarse el primer caso de doping que va a desprestigiar, aún más si cabe, a la centenaria prueba ciclista.

 Es evidente que la lacra del dopaje se está cargando este bello deporte. Y dejémonos de hostias, esto no va de proteger a los ciclistas porque doparse sea malo para la salud. A estas alturas todos tenemos claros que el deporte de alta competición no es saludable, ni lo será jamás. Se trata más bien de un asunto de fraude deportivo. Y es que, como espectadores, ya no sabemos si lo que estamos presenciando es real o ficticio. Si el líder de hoy lo será también mañana o este será descalificado. Ni siquiera sabremos si el ganador del Tour 2008 será quien quede primero al finalizar las tres semanas de competición. Y es que, probablemente en semanas o meses –¡hasta años!- se declarará como vencedor al quien quedó segundo o decimocuarto en la prueba. Y eso es lo que realmente está matando al ciclismo. Porque los aficionados se hartan y los patrocinadores se largan. Y las canteras menguan. Así pues, el ciclismo se dirige irremediablemente hacia un espacio de marginalidad, tal como ya sucediera con el boxeo.

A nadie se le escapa que la extensión del doping se debe, en parte, a factores externos a la misma esencia del deporte. Conocemos el abuso de fármacos que se da en la actualidad y también la presión que ejerce la sociedad sobre el deportista, al que exige una superación continua. El profesionalismo impulsado por las empresas y la televisión lleva a los deportistas a tener que realizar esfuerzos tremendos, siendo el ciclismo uno de los deportes más duros. Visto así no es difícil entender que muchos cedan a la tentación de doparse. Además, como muchos entran al juego, aquellos que no lo hacen tienen bastante difícil competir. De ahí el uso masivo para triunfar o cuando menos para tener posibilidades. Quizás sea el momento de resetear, comenzar de cero y replantearse toda la competición. O dejar barra libre, ¡yo que sé! Lo que está claro es que esto no puede seguir así. Ya van tres positivos confirmados en la presente edición del Tour y aún queda una semana larga de competición. ¿Llegaremos a los diez? Pues igual… Hagan sus apuestas…

Por la red circula un chiste malo sobre el favorito para ganar la prueba de ciclismo en ruta en los JJOO, el chino Do Ping. Confiemos en que no pase de broma o cuchufleta. Aunque vistos los antecedentes…  

viernes, 18 de julio de 2008

Gótico Americano


No sé explicar bien porqué, pero esta pintura es una de las que mayor impresión me han causado desde siempre. Y eso que no he tenido el placer de verla de cerca, que ya me gustaría a mí. Una vez estuve a punto, de paso por Chicago en un viaje por la Costa Este, pero por algún motivo decidí no visitar ese The Art Institute en cuyas paredes cuelga. A ver si hay suerte y alguna obra social nos la trae en una de esas exposiciones itinerantes que montan para pagar menos impuestos. Necesito confrontarme a la imagen de estos dos personajes alargados, de mirada fría y gesto adusto, dispuestos en un cercanísimo primer plano recortado sobre un fondo de carácter rural, que no sólo impresiona sino que hiere. Como esos videos que circulan por Internet y que son capaces de focalizar nuestro interés a pesar de que aquello que muestran no es para nada agradable.

Seguro que a la mayoría os suena el cuadro, emblema de las artes norteamericanas y, según dicen, la obra pictórica más reconocida y reconocible por el americano medio. Y es que la representación de ese personaje masculino horquilla en mano, es un icono americano al nivel de la madre de Whistler, las latas de sopa de Warhol o el pavo de Acción de Gracias de Rockwell. Y no solo en su forma original, sino también a través de las innumerables versiones paródicas que, con diferente intención, se han realizado de ella. Disfrazando a los personajes como un par de terroristas, de borrachines, de modernos, de atletas, de votantes de tal o cual partido, de los Reagan, de los Nixon, de los Clinton u otras caras de la actualidad.

La tela fue pintada en 1930 por Grant Wood (1891-1942), artista conocido por sus cuadros de paisajes y caracteres propios del medio rural norteamericano. Siendo junto a John Steuart Curry y Thomas Hart Benton, los tres principales exponentes de un movimiento conocido como regionalismo -nada que ver con González Lizondo y su Unió Valenciana-. Wood pintó “Gótico Americano” en su ciudad de adopción, Cedar Rapids en el estado de Iowa, mostrándola al público sólo en una ocasión antes de venderla por una cifra cercana a los 300 dólares de la época. El título de la obra se debe a la tendencia arquitectónica de idéntico nombre que dejaría su impronta en el medio rural. De hecho, se aprecian varios elementos característicos de ese gótico americano en el ventanal apuntado de la casa representada al fondo y en las columnas del porche.

A diferencia de lo que alguna gente piensa, Grant Wood no era un paleto. Había estado cuatro veces en Europa, enseñó en varias universidades y estudió arte en París, Alemania e Italia. Fue un pintor excepcionalmente talentoso, aunque no lo desarrolló por demasiado tiempo, realizando casi todas sus obras entre 1930 y 1935. Y es que al hombre no le daba la vida cumpliendo labores de carpintero, tallista, decorador de interiores, creador de lámparas y objetos varios, diseñador de collares y vidrieras, manufacturas de metal… De hecho, su variada producción artística le hace ser considerado como uno de los principales exponentes del American Arts and Crafts.

En este sentido, la pintura fue gestada tras volver de uno de sus viajes por Europa. De Múnich concretamente, donde pasó temporadas en su primera época como pintor ya que, ciertos trabajos consistían en el diseño de murales y vidrieras para grandes ventanales que eran fabricados en aquella ciudad. Allí se impregnaría del movimiento artístico local formado por el grupo de Otto Dix, Max Beckmann, Christian Schad y George Grosz, conocidos como la Nueva Objetividad. También de la arquitectura de las catedrales y las pinturas góticas y renacentistas que pudo contemplar en los museos. De hecho y según el propio Wood, Alemania le influyó poderosamente en la creación de este cuadro.

Al parecer, en uno de sus habituales paseos Wood se topó con el edificio de madera que figura en el cuadro. Sorprendiéndole vivamente y tomando unos apuntes de él. Ya en su estudio, pensó en colocar a dos personas, hombre y mujer, con ropajes de la época. La labor de encontrar a quién quisiera posar fue complicada. Al final fueron la hermana menor de Wood y su dentista, quienes se animaron a quedar retratados con la promesa de no ser reconocibles. A la vista está...

Al dentista le vistió como a un auténtico granjero y a la mujer le colocó el mismo camafeo que lucía su madre en un retrato anterior titulado “Woman with plants”. Sin embargo, al observar la escena nos asaltan algunas dudas ya planteadas por la crítica de arte: ¿La mujer representa a la esposa del granjero, o es la famosa hija del granjero protagonista de innumerables chascarrillos? ¿Es una representación satírica o laudatoria? ¿Están sus personajes en el paraíso, donde todavía rigen las pioneras verdades del protestantismo o en un vecindario rural no muy lejos del Infierno? ¿Es una defensa de los valores perdidos? ¿Propugna una vuelta a la Arcadia feliz? Nunca lo sabremos al cien por cien. Lo que parece claro es que “Gótico Americano” está dotado de un fuerte contenido psicológico. Reflejo de ciertos valores cristianos fundamentales, como la sobria rectitud rural y el corroyente temor al sexo que “engrandecieron” a unos EEUU blancos y protestantes. Los peligros del acto sucio pueden no estar descritos, pero están presentes. Lo pecaminoso es sugerido por el mechón de pelo que se desliza por el cuello de la mujer para susurrarle en el oído, como una serpiente bíblica, o también por el pararrayos representado encima de la casa, de carácter eminentemente fálico. Y por supuesto por la horquilla de tres puntas, cual tridente de Satanás.

La calculada disposición de los elementos no es azarosa. Nada está fuera de lugar. Tampoco el metal brillante de la horquilla que se repite hasta tres veces, a la izquierda, por la distante aguja, el arco apuntado de la ventana y el afilado tejado a la derecha. Además rima con las costuras del mono del hombre. Y esta es otra de las cosas extraordinarias que impresionan de “Gótico americano”. Obra referencial en todos los sentidos.

jueves, 17 de julio de 2008

Kars, Kar, Ka


Kars es una fría y degradada ciudad al noreste de Turquía, capital de la provincia del mismo nombre y que en la actualidad cuenta con menos de 100.000 habitantes. Su importancia la explica su privilegiado enclave, a caballo entre los límites de la actual Armenia y Turquía. Lo que históricamente originó innumerables contiendas por su control. Perteneciendo tanto a Armenia, que aún hoy la reclama, como al Imperio Persa, a la Rusia zarista, a la URSS y actualmente a Turquía. Incluso fue protectorado británico por un breve periodo. Estas cuitas fueron determinantes para la conformación de una sociedad multiétnica en la que cohabitan turcos, kurdos, armenios, azeríes e incluso georgianos, y en la que son habituales las tensiones entre ataturkistas, islamistas y guerrilleros kurdos.

Es en Kars donde el escritor turco Orhan Pamuk sitúa su aclamada novela “Nieve” -“Kar” en turco-. Relata los acontecimientos acaecidos durante la breve estancia allí de su protagonista, un tal Ka. Tres jornadas en las que las tormentas de nieve aíslan por completo la ciudad. Y es que es pleno invierno cuando este poeta y periodista, que regresa a su país tras años de exilio para asistir al entierro de su madre, se instala con la idea de escribir un artículo sobre la ola de suicidios de jóvenes musulmanas. Se topará con una ciudad en constante conflicto y con una fortísima implantación de los islamistas, que genera tensiones con los servicios de inteligencia y el ejército turco. La sensación es que en cualquier momento va a estallar la bomba.

Estamos ante una especie de thriller político a la turca, en el que Pamuk retrata las más diversas formas de ambición: el amor, el arte, el poder y la religión. Desenmascarando algunas de las contradicciones que aprisionan el corazón humano en muchos lugares del mundo islámico. Especialmente en esa Turquía moderna, nexo de unión entre Oriente y Occidente, siempre a caballo entre ambas orillas e indefinida en cuanto a soluciones de futuro. Con esta novela el Premio Nobel turco evoca la realidad de la Turquía actual. Generando una tremenda controversia entre sus compatriotas. Con una malísima recepción tanto entre los sectores islamistas como entre los laicos. Hasta el punto que fue amenazado de muerte por los primeros y a la vez procesado por las autoridades del Estado por “atentar contra la identidad turca”. Hechos que parecen confirmar el vaticinio del propio escritor, recogido en un Babelia de hace unos años, donde afirmaba que “islamistas y militares se han unido contra la integración de Turquía en la UE”. En la misma entrevista Pamuk decía que su “intención en esta novela era mostrar la parte más pobre y con más problemas de Turquía”. Y anda que no lo ha conseguido. También es verdad que no parece una crítica absolutamente destructiva. Defendiendo una sociedad y cultura laicas para Turquía, pero sin renegar de la riqueza aportada por el mundo islámico otomano. El caso es que por todo eso y unas cuantas cosas más, el libro es bastante chulo.

miércoles, 16 de julio de 2008

Penitenziagite!

Por culpa de la turra que me dieron varias personas de mi entorno, ahora me veo en la obligación de comunicar lo siguiente: ¡No disfruté “Los Pilares de la Tierra”! El puto bestseller de Ken Follett me parece una mierda y no me gustó nada de nada. Y eso que lo intenté con todas mis fuerzas. ¡Lo juro! Retomando una y otra vez una lectura que abandoné cerca de veinte veces. Y ello a pesar de que, en mi fuero interno, sentía que debía abandonarlo de forma definitiva. Pero un par de amigos me insistían una y otra vez. “Verás como a partir de la página 200 te encanta... ¡Hostia! ¿Te lo vas a dejar ahora? ¿Antes de la página novecientos ochenta y tres en dónde pasa lo mejor?” Sin desfallecer. Llegando a turnarse. Fruto de sus denodados esfuerzos, me lo terminé. Llegué a la meta para su disfrute, claro, que no el mío.

Y de verdad que lo siento migatxos. No fui capaz de contagiarme con esta “bonita” historia de superación personal en clave románica, con el proceso de construcción de la Catedral de Kingsbridge al fondo. Compendiada en la nada desdeñable cifra de mil trescientas páginas. Que al menos me reconoceréis que Mr. Follett lo que es capacidad de síntesis, como que no... Así pues os lo digo de nuevo, ¡no me gustó la novela! Más bien lo grito… ¡Me cago en los putos pilares de la Tierra! Un tostón infumable. Y es que no puedo ni con William Hamleigh, el supuesto malo malísimo que no es más que un pringado que recibe más palos que una estera, ni con el prior de los huevos, un fanático religioso claramente inspirado en la cosa de los Kikos. Tampoco me trago a la bellísima, jovencísima, dignísima y maravillosísima Aliena, hija de un conde caído en desgracia y que en realidad me temo que nunca fue trigo limpio. Pero sobre todo con quien no puedo es con la familia de lerdos de Tom el Constructor. ¡Su puta madre que rabia dan! Que si por mí fuera, ojalá se les hubiera caído encima la puta catedral y chimpum... En la página dos y a tomar por culo el libro.

Pero es que encima el escritor británico anuncia que habrá segunda parte... Miedo me da. También te digo que esta vez, cómo alguien me lo regale o me lo preste o me lo ceda, se lo tiro a la cabeza.

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