domingo, 27 de julio de 2008

“Sólo utilizamos el 10% de nuestro potencial mental”


Cuantas veces habré leído esta frase atribuida al físico alemán Albert Einstein…
Todo tipo de colectivos, instituciones, empresas o entidades de diverso pelaje han usado esta reflexión del genio de Ulm, para apuntalar sus propias meditaciones de acuerdo con sus intereses. Se ha usado incluso en el mundo de la publicidad y también para enmarcar la efigie del científico y vender camisetas o pósters más o menos simpáticos. Ahora parece que los últimos en tirar de ella son los acólitos al Centro de Dianética de Eficiencia Personal. Uno de cuyos folletos fue depositado en mi correo. ¿Pero qué coño es esto de la Dianética?

Pues es una de las creencias que profesan los miembros de la Iglesia de la Cienciología. Desde su nacimiento, a finales de la década de los cuarenta, ha sido dada a conocer al público a través de los libros del escritor de ciencia ficción L. Ronald Hubbard. Este señor afirmaba que usando los métodos de la ingeniería habría descubierto el único origen de todas las enfermedades mentales. Bajo esa premisa, propone un tratamiento, llamado “auditación”, para curar esas enfermedades. Poca broma. Y aquí es cuando llegan estos cienciólogos enmascarados - en ninguna parte del folleto se identifican como tales- y nos dicen que los descubrimientos en el campo de la mente llevados a cabo por el profeta Hubbard confirman la afirmación de Einstein. Todo para endilgarnos el libro “Dianética: El poder del pensamiento sobre el cuerpo” y que nos lo leamos. La lectura permitirá librarnos de las barreras que nos impiden desarrollar el 90% de nuestro potencial mental y de paso acercaros por el Centro de Dianética local para engrosar las filas del culto.

La verdad es que estoy por comprarme el libro. A ver si después de su lectura “adquiero suficiente confianza para alcanzar mis metas”, dejo de “cometer los mismos errores una y otra vez” y “aumento mi inteligencia y mis potencialidades”. Todo muy bonito, sí señor. Sin embargo a mí no se me olvida aquel documental de la BBC sobre la Cienciología, más la posterior reacción de estos pacíficos creyentes, declarándole la guerra al canal. Llegando a amenazar a John Sweeney y el resto de los periodistas participantes, o distribuir un devedé repleto de insidias con el que pretendían contrarrestar el efecto del reportaje original.

¿Y qué mostraba el material de la BBC? Pues nada que no sepamos ya, vaya. Lo que pasa es que a través de imágenes impacta mucho más. Que la Iglesia de la Cienciología es una secta especialista en técnicas de manipulación mental. Que sus miembros se comportan como soldados al servicio de un líder. Que más que una secta o religión, como ellos prefieren denominarse, son una empresa perfectamente organizada y en crecimiento, con cada vez más ingresos. Que mantienen campañas que desacreditan tanto a la psicología como a la psiquiatría, curiosamente las ciencias que pueden luchar contra la manipulación mental. Etc.
Si bien, lo más curioso del culto sería la manera como los adeptos acceden a la verdad revelada. Mientras vayan pagando, progresarán en el escalafón de una organización fuertemente jerarquizada, hasta llegar a ese punto indeterminado en que se le mostrarán esas verdades absolutas. Al final,  la revelación tiene que ver con que están dándole pasta a una élite de extraterrestres radicados en nuestro planeta y que fueron enviados por otro de mayor rango llamado Xenu. Tremendo. Pero se lo creen, claro. O no, pero hacen como que sí. Y es que tras años desembolsado auténticas fortunas, ¿cómo no se lo van a creer? ¿Aceptar que todo es un cuento? ¿Qué les han timado? Ja’ me maten!!! Para adelante como los de Alicante...  Mientras tanto los esbirros de Hubbard siguen con sus campañas publicitarias para recabar fondos. Ahora aquí en Valencia. No sé si Tom Cruise vendrá a vender las bondades del producto. O Travolta, bailongueando poseído por el espíritu de Xenu.

Tengo que reconocer que, por curiosidad, entré en la página de la organización en dónde me topé con la siguiente afirmación: “Tú eres un ser espiritual inmortal, tus capacidades son ilimitadas, incluso si no se han realizado todavía”. Y vaya, yo no sé vosotros, pero a mí no me interesa vivir eternamente. La inmortalidad se la dejo al Conde Drácula. Mis capacidades, como las de todos, está limitadas por la madre naturaleza. ¿Qué le vamos a hacer? De todas formas, como soy buen tipo, seguiré viendo las pelis de Tom Cruise y deleitándome con esa majestuosa manera de correr ante la cámara. Eso sí que es una cualidad sobrenatural. 

No, si al final…

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