Cómo no recordar a “Pablo”, aquel
portugués desgarbado y de pelo enmarañado que se regateaba a todo Dios y al que
nadie podía parar sino cometiendo falta. Siempre a tope de revoluciones, con la
pelota cosida al pie y la cabeza gacha, encarando rivales al galope hasta
concluir con un buen centro o un disparo seco, como en aquella memorable jugada en la Final de Copa de 1992. Jugando
para el Atlético de Madrid, claro, uno de los clubs de su vida. Que
fueron unos cuantos, ya que este nacido en Montijo en 1966, tuvo una larga
trayectoria que lo llevó desde su Portugal natal hasta la Liga, pasando también
por Le Championnat, la Serie A, la Premier inglesa e incluso el retiro dorado
de Japón. Si bien donde más se le recuerda es en el Oporto, el club que le
vio “nacer” y en el Atleti, al que continúa ligado de alguna
forma y donde es un ídolo para la afición.
Con los dragoes jugaría
durante tres temporadas, consiguiendo la primera Copa de Europa para
la entidad y siendo galardonado con el Balón de Plata. Ese fue su
trampolín al estrellato, que le hizo estar en el punto de mira de los clubs más
importantes del continente. Sin embargo y contra todo pronóstico acabaría
en el colchonero, club que por aquel entonces no pasaba por su mejor
momento. Justo en aquella época comenzaba su andadura al frente uno de sus
presidentes más emblemáticos y corruptos del fútbol español, Don Jesús Gil y
Gil. Miembro emérito de la caspa marbellí y pionero de la cosa del ladrillo y la
especulación salvaje. Y el orondo personaje tiraría la casa por la ventana para
fichar al mejor valor del fútbol europeo de mediados de los 80 para su Atleti.
Así comenzaron las siete temporadas de Futre en Madrid, quizás sus mejores años
como futbolista, pese a que en todo ese tiempo tan sólo conseguiría alzar un
par de títulos.
Hubo un momento en el que existió
la posibilidad real de que cruzara el Manzanares y recalase en el Real
Madrid. Pero cuando todo estaba acordado, el traspaso se truncó por la
oposición de Gil a reforzar al eterno rival. Además de para joder al jugador,
con quien mantuvo una compleja relación de amor - odio. Y sí, ya sé que ahora
Futre cuenta otra versión de la historia, diciendo que fue él quien frustró la
venta por amor al rojiblanco y tal y Pascual. Me parece bien que lo haga, pero
no es cierto. Desde luego, no es eso lo que se dijo entonces. En todo
caso ya da lo mismo. Y sí, soy de los que piensan que la proyección del
portugués hubiera sido mayor enrolado en las filas del Real, pero bueno,
así es la vida.
Tras
un efímero paso por tierra de samuráis a cambio de un cerro de billetes, el
futbolista anunció su retirada de los terrenos de juego. Corría el año 1999 e
inmediatamente después regresaría a su Atlético de Madrid para ejercer
como director deportivo. Aguantó el tipo hasta la temporada 2002- 2003, consiguiendo
sacar al equipo del infierno de la Segunda División. En la actualidad ejerce labores
de comentarista para canales españoles y portugueses, además de actuar como intermediario
en la contratación de jugadores.
Y este es Paulo Jorge dos Santos Futre, uno de mis ídolos de juventud. Y eso a
pesar de mis reconocidas simpatías por el Merengue. Aun así forma
parte del Valhalla futbolero del perpetrador de este blog junto al príncipe
Redondo, a Dragan Stojkovic, a Alfonsito Pérez, a Hugo “no te toques el
mendrugo” Sánchez o a Jorge “el mágico” González.
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