lunes, 20 de julio de 2009

¡Suéter!


Vaya por delante que Esteban Hernández es amigo mío, por ese motivo haga lo que haga, siempre le desearé que las cosas le vayan bien. Y como lo que a él le gusta es el tema de la historieta gráfica, tan sólo espero que tenga la suerte de abrirse camino en un mundo tan complicado. Y digo suerte, porque el talento le sobra. O si no echadle un vistazo a cualquiera de las obras que preceden a este “Suéter” -los diferentes números del fanzine autoeditado “Usted”, el “Qu4ttrocento” o “Culpable e historias cortas”-, o a los extractos que de sus proyectos va colgando en su web. De ahí que colgar una crítica sobre “Suéter”, su última creación, se me antoje una empresa harto complicada. Sobre todo a la hora de ponerle peros al álbum. Sabiendo lo que le ha costado a Esteban llegar hasta este punto. Y no me refiero únicamente al arduo proceso preparatorio que antecede al nacimiento de cualquier obra gráfica, sino más bien al desgaste que supone tratar de convencer a las editoras para que te publiquen. Y Esteban, después de picar mucha piedra, lo ha conseguido. Y en Planeta deAgostini, que no es moco de pavo. Pero es que el tío me lo ha puesto fácil, porqué este “Suéter” es un álbum magnífico. Así de claro. Es más, no solo no desentona al lado de las últimas creaciones de autores ya consagrados en el universo del cómic, sino que es hasta mejor.

Pero hablemos ya del libro. Como anuncia la contraportada, estamos ante una tragicomedia cotidiana. La del personaje protagonista que, en plena recuperación de una patología psiquiátrica, hace un alto en el camino para contarnos algo que le sucedió años atrás cuando regresaba a casa en el metro. La narración de esta anécdota ocupa la mayor parte del libro y es la que da sentido al conjunto de la obra. Se dan cita cuatro personajes a cada cual más pintoresco: el mencionado protagonista, un abuelete cuya única preocupación reside en que alguien suba la calefacción del vagón, un tío disfrazado que vuelve de una fiesta en lamentables condiciones, y un revisor sobre-explotado que exige a los pasajeros una respuesta plausible para dos preguntas que le atormentan: “¿Dónde puedo guardar mi silencio?” y “¿Dónde está el tiempo que pierdo tan a menudo?”. Cuestiones que remiten directamente a la obra de Marcel Proust y de cuya respuesta depende el futuro de tan atormentado personaje.

Y de eso va “Suéter”, básicamente. La primera obra de Esteban en las ligas –editoriales- mayores y que seguro no será la última. Lo digo por el bien de la editorial que no por el suyo. Un salto cualitativo en su carrera que seguro no se quedará ahí. ¡Qué coño! Conociéndole no tengo dudas.

¡Ah! Por cierto, que se me olvidaba comentarlo, ¿por qué “Suéter” se titula así? Pues…
...bueno…
…o sea...
…va, mejor no lo cuento… Así lo leéis y lo descubrís por vosotros mismos. Tan sólo una pista, existe por ahí un jersey a rayas con un poder nada desdeñable. Y hasta aquí puedo leer.

Y ya acabo. Como habréis notado sobre aspectos técnicos no he dicho ni Pamplona. Pienso que es mejor que hojeéis el álbum en alguna tienda, o que le echéis un vistazo en el weblog de Esteban, donde están colgadas las nueve primeras páginas. A mí me encanta como monta cada página. Me parece una virguería compositiva. Eso y algunas viñetas de carácter más bien secundario a las que tengo especial cariño. Como aquella en la cual Esteban nos muestra un corte de lo que sería una estación de metro que se asemeja, sospechosamente, a una de la que soy habitual... ¡Qué hostias! ¡Me encanta tu álbum tío! A ver cuando sacas otro nuevo.

Eso y que nos vemos en los bares…

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