“Boris
Godunov” es la última creación de la compañía teatral La Fura dels Baus. Además durante estos días se está representando en el Teatro Olympia. Nos decidimos a verla por su impactante punto de partida, basado en lo acontecido en el Teatro Dubrovka de Moscú hace tan solo seis años. Cuando un grupo de terroristas chechenos retuvieron durante dos días y
medio a más de novecientas personas y todo se fue al garete con la brutal
intervención de las fuerzas especiales rusas, que ocasionaron la muerte de
ciento treinta rehenes y cuarenta y un asaltantes. Y es que aún tengo frescas
las terribles imágenes que emitieron los medios. Brutal.
Partiendo de ese hecho, a Alex Ollé y a David Plana, responsables de la idea
original y de la dirección artística y escénica, se les ocurrió fabular. Imaginándose
cómo pudo desarrollarse todo durante el tiempo que medió entre el secuestro y
el fatal desenlace. Para ello se alejaron de cualquier concreción política o
geográfica, de forma que, en la obra, nunca sabemos dónde pasa lo que se nos
está contando, ni de donde provienen los terroristas. La abstracción no es
casual, ni para evitar algún tipo de acción legal. Va en línea con la idea de
plasmar una serie de conceptos universales como son las luchas por el poder, la
violencia como método para imponer unas ideas y la corrupción de las
estructuras de mando, que acaban castigando siempre a víctimas inocentes.
Cuestiones estas presentes en toda la historia de la humanidad y casi en cada
rincón del planeta.
Me pareció un gran acierto el que la representación se desarrollara no sólo en
el escenario, sino también en el patio de butacas, en el hall o la
trastienda. De forma que todos los presentes formamos parte de la obra, como rehenes
de esos terroristas armados hasta los dientes, cuyas miradas amenazadoras se
clavaban en nosotros. Asistiendo a conversaciones entre secuestrados que no eran
sino actores de la compañía infiltrados entre el respetable que había pagado la
entrada. Comentaba Ollé en una entrevista recogida por diversos medios, que lo
que le había llevado a desarrollar esta idea, era el hecho de que la tragedia se
hubiese producido en un teatro, su lugar trabajo. Así pues decidió convertir a todo
el teatro en el remedo de aquella macabra función y a los asistentes en involuntarios
actores.
El inicio del show es brutal. Se apagan las luces y un potente foco
apunta a un personaje que, apesadumbrado, comienza a hablarnos mientras cruza
el patio de butacas hasta salir por la puerta de entrada. Inmediatamente
después vemos como empieza a representarse el “Boris Godunov” de Alexander Pushkin, pieza teatral de 1831 que narra la historia de este personaje, un
arribista al que se acusó de la muerte del zarévich y que consiguió
llegar al trono de Rusia durante el siglo XVI. Quien acabaría muriendo solo y
paranoico, cuál Rey Lear a la rusa, mientras que un suplantador recaba el apoyo
de unas masas que lo auparán al poder. De repente la representación se interrumpe, se encienden las luces y una docena
de personajes con pantalones de camuflaje, botas militares y pasamontañas se
levantan de entre el público y comienzan a lanzar ráfagas de ametralladora al
aire. La verdad es que acojona.
El resto de la función transcurre entre la representación de la obra real -el
secuestro del teatro- y la imaginaria -el “Boris Godunov” de Pushkin-.
Entre tanto, escuchamos las motivaciones de los secuestradores, las de su líder
mesiánico, las del lugarteniente psicópata, las de la terrorista enferma de
venganza o las de la inconsciente bienintencionada que tan solo ansia el bien
de su pueblo. Además, van intercalándose vídeos a través de los cuales
presenciamos la reacción del gobierno ante el secuestro y como van variando su
posicionamiento conforme pasan las horas. Capítulo aparte merece la presencia
del personaje que hace de mediador, claramente inspirado en la periodista
rusa Anna Politkovskaya, quien negoció con los terroristas durante la
crisis del Teatro Dubrovka.
Desde el punto de vista formal, me pareció genial la utilización de todo tipo
de recursos visuales. Los mencionados vídeos, pero también los focos de luz
directa, las filmaciones cámara en mano de pasillos y exteriores, etc… También resultan
tremendos los contrastes sonoros. En ocasiones te hacían saltar de la butaca.
Así pues y a modo de conclusión, deciros que me encantó la obra y que por supuesto
la recomiendo.
----------------------------------------------------------
EPÍLOGO
Allá por el siglo XIX, el militar prusiano Carl Von Clausewitz
estableció que “la guerra es la continuación de la política por otros
medios”. Sin embargo en esta obra, el jefe de los terroristas comenta que “la
guerra ya no es la continuación de la política con otros medios; la política es
la continuación de la guerra con otros miedos”. El viejo dilema de si el fin
justifica los medios. Interesante reflexión que daría para otra entrada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario