Cuentan
que Mimar Hayreddin, el arquitecto, pirata y almirante turco que ordenó
construir el puente de Mostar, se quedó contemplando su obra durante mucho
tiempo. Tanto que al final le encontró un defecto. Después de eso ya no pudo
construir nada más. Muriendo apesadumbrado por lo que el consideró un fracaso. El
caso es que no debió de fijarse bien. O eso, o tenía problemas de vista.
Han
surgido muchas leyendas alrededor de la construcción del puente. Se dice que tras un primer intento, en el que toda la estructura se vino abajo,
el sultán otomano amenazó con decapitar a Hayreddin si fallaba en una segunda
oportunidad. Con esa presión sobre su cabeza, el arquitecto prefirió observar cómo
se retiraba el andamiaje desde una distancia segura, preparado para huir. Los
obreros estaban tan enfadados con él, que emparedaron a su esposa dentro de uno
de los soportes, para que pudiese observar el puente por siempre jamás. Sin
embargo el puente no se cayó... Hasta 1993.
El Puente
Viejo -Stari
Most o Стари Мост-, fecha su construcción en 1556. Tiene una
anchura de cuatro metros y una longitud de veintiocho, uniendo las dos orillas
del río Neretva. Lo flanquean dos torres cuadradas, la Torre Halebija y la Torre Tara, añadidas en el siglo
XVII, aunque hechas con la misma piedra que se usó para construir el puente. A
pesar de ser dinamitado en el año 1993 durante la guerra, hoy en día luce en pie gracias a la UNESCO y
al Gobierno de Turquía, que financiaron un largo trabajo de reconstrucción a la
vieja usanza. Un proceso en el que se utilizó el mismo tipo de piedra e
idénticos métodos que en la construcción original. La inauguración se produjo
en el año 2004 con la presencia de los tres presidentes que tiene el estado
bosnio, por lo que entre la población local circula un chiste que establece
que, si el puente ha sido capaz de soportar a los tres políticos juntos será
capaz de aguantar cualquier cosa y nunca se derrumbará.
Sin embargo, la importancia del
puente va mucho más allá de aspectos puramente arquitectónicos o artísticos. Declarado Patrimonio de la Humanidad, es
considerado como un símbolo de la sociedad multiétnica de Bosnia y de la paz entre pueblos. De hecho, su destrucción por parte de las fuerzas
militares croatas -pese a que todo el mundo crea que fueron los serbios-,
ilustra cómo fueron las relaciones entre los bosniacos musulmanes, los bosnio-croatas
católicos y los serbo-bosnios ortodoxos. Desembocando en una cruenta guerra fratricida
que aún hoy día avergüenza a Europa.
Como ya os comenté en un post reciente, yo anduve por allí y la verdad es que emociona estar sobre ese pedazo
de historia. Impresionante. Confiemos en que a ningún cafre, en forma de
político demagogo o de líder populista defensor de no sé cuáles esencias de
mierda, se le vuelva a ocurrir que hay motivos para dinamitarlo.
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