lunes, 6 de octubre de 2008

Imágenes de Bosnia - Herzegovina

Acabo de leerme del tirón “Gorazde: Zona Protegida”, del periodista e historietista norteamericano Joe Sacco. Y tengo que decir que me ha gustado mucho. Es una novela gráfica que habla de las atrocidades cometidas por las fuerzas serbo-bosnias en enclaves de la Bosnia oriental. Precisamente aquellos en los que se produjeron las mayores matanzas de musulmanes durante la Guerra de los Balcanes entre los años 1992 y 1996 y en donde, sorprendentemente, la ONU y los medios internacionales prestaron menos atención. Sacco se basa en los recuerdos y las opiniones de los residentes en Gorazde, municipio del cantón de Prodinje Bosnio, al este del país.

Para ello, Sacco se desplazaría hasta allí a comienzos del año 1996, casi al final del conflicto. En su estadía se dedicó a entrevistar a los escasos moradores de un enclave que contaba con 25.000 habitantes al comienzo de la guerra. Y con ello traza un relato de supervivencia. El de los bosniacos residentes en el valle del Drina, en poblaciones como esta, pero también Visegrad, Zepa, Rogatica o esa Srebrenica de infausto recuerdo para todos nosotros.

A través de un dibujo hiperrealista y empleando únicamente el blanco y negro, Sacco nos muestra los padecimientos de un pueblo sometido a las purgas del ejército de la autoproclamada República de Sprska durante tres años largos. Los violentos bombardeos, las hambrunas y los periodos de carestía que marcaron a todas las personas allí sitiadas. Cómo tras la firma de los Acuerdos de Dayton, aquellos que pusieron fin a la guerra, esos ciudadanos musulmanes comprenderían que habían sobrevivido y se abría ante ellos un nuevo panorama, incierto, pero nunca peor que el soportado. 

Como comenta el propio autor, este libro “es tanto la historia de la práctica muerte de una ciudad como la historia de los primeros nuevos pasos de una ciudad hacia la vida”. Un relato claustrofóbico en el que Joe Sacco es capaz de transcribir el horror de la guerra en un rincón olvidado de Bosnia, alejado de las cámaras de televisión. Y vaya si lo consigue. Magistralmente.

En relación a lo anterior, mencionar que este verano pude visitar otro enclave bosnio castigadísimo en esta guerra entre hermanos: la ciudad de Mostar. Exceptuando el entorno del famoso puente de Mostar, rehabilitado para suerte de todos, el resto de la ciudad presenta decenas de edificios en ruinas y otros que se mantienen milagrosamente en pie, repletos de cicatrices en forma de agujeros de bala y piezas de artillería. Y eso en Mostar, no hablemos ya de las pequeñas poblaciones de su entorno en las que pululan refugiados de un sitio para otro vendiendo frutas o cacharrería para turistas. 


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