“Las
Erinias” (1862) - William Adolphe Bouguereau
Es
este un mundo plagado de mónguers, todos
los padecemos en mayor o menor medida, pero tan sólo unos pocos elegidos tenemos
el poder de atraerlos, siendo el objeto de sus ataques irracionales, de sus
conductas más hostiles… ¿Pero quien coño me ha otorgado a mí esa mierda de
superpoder? Y es que me siento como el personaje de Alisha en los Misfits (la mulata guapa, para que me entendáis), a la que la tormenta le concedió el poder de manipular las feromonas ajenas, de forma que
todo aquel que le toca la piel siente el deseo irrefrenable de pegar un polvo
con ella. ¡Pero es que a mí algún becario del Dios Baal me ha asignado un poder
mucho peor! Todo aquel mongolo que me
ve, siente deseos de faltarse conmigo,
cuando no de hostiarme. ¡Y aunque no me vean! Sienten mi presencia y aunque yo
corra, ellos son más rápidos, y si me escondo siempre me encuentran…
Sucedió nuevamente la semana pasada. Estaba yo tranquilamente en un parquecito, tomando el Sol y
leyendo un libro, cuando escucho a lo lejos que alguien se dirige a mí. –¡Oye! ¡Oye! - ¿Es a mí? Le contesté extrañado – ¡Sí, a ti!, ¡a ti! ¿Puedo sentarme
a tu lado?- En ese preciso instante miro
de izquierda a derecha y observo que no hay ni un alma en todo el puto parque y
que, obviamente, todos los banquitos están vacíos. ¡Mierda! Captado por un mónguer y sin margen de maniobra ya que,
antes de que me diese cuenta, el notas
se había sentado a mi lado y a modo de justificación me estaba diciendo: -Es para no estar solo, sabes… y así podemos
hablar- ¿Así podemos hablar? Wtf!? ¿Pero no ves que estoy leyendo? En
fin… que lo miro de arriba abajo y percibo un extraño brillo de no-inteligencia
en la mirada que aconseja ponerse en guardia, pese a lo cual, manteniendo las
formas, le contestó que si quiere quedarse allí me parece bien, pero que como
podía ver yo estaba leyendo y que en unos quince minutos me tenía que marchar.
¿Acaso le importó lo que le dije? Pues no. Empezó a soltarme cosas con una
verborrea incontenible, que si tenía un amigo que leía mucho, que si se iba a
leer un diccionario español-inglés que había adquirido el día anterior, que si los
mejores autores ya estaban muertos… Así, hasta que el tipo se percató de que no
le estaba haciendo ni puñetero caso, se levantó y farfulló algo así como –este sitio es muy grande y tiene muchos bancos… al parecer
aquí no soy braaab brararrar- (or something like that). Le vi alejarse hacia el otro extremo del parque y
desaparecer, así que me volví a sumergir en la lectura.
Pero ahí no acabó la cosa. Transcurridos diez minutejos, escucho a lo lejos como alguien grita no se muy bien qué. Alzo la
vista y veo que es el mismo mónguer
y que se está dirigiendo a mí. Más o menos cuando se encuentra a mi altura me
suelta –la violencia genera violencia-
, y mientras se aleja hacia la carretera se vuelve nuevamente hacia mí para
decirme –¡¡¡y mira mi dedito!!!-. Como sin duda habréis intuido con el
dedito estaba haciéndome el archiconocido signo de sube-aquí-y-verás-París. ¡De
locos!
En cuanto le perdí de
vista me alce de mi sitio y marché cagando leches. No more mónguers please!!!
Ahí os dejo unos unos auténticos mónguers con Iggy Pop de fondo:
Ahí os dejo unos unos auténticos mónguers con Iggy Pop de fondo:
Y sí
vale... lo admito.... poner de imagen de cabecera a Orestes siendo perseguido
por las Erinias después de matar a su madre, es un poco exagerado. Pero
bueno, imaginaos que las susodichas son una horda de mónguers y el hijo de Agamenón es un servidor (que
conste que de chasis voy yo mejor que él… je je je).
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