Ayer
por la tarde, viniendo en coche de un mini-retiro espiritual en la casona
familiar de un amigo y mientras la intensa lluvia que nos ha acompañado durante
estos días hacía el camino de vuelta con nosotros, me vino a la cabeza otra
jornada de intenso aguacero acaecida hace justo un año por estas mismas fechas.
Holly shit!!! Se desgañitaba el speaker de un curioso rock bar neoyorquino. Un garito en el
cual los clientes podían meterse momentáneamente en la piel de sus ídolos
musicales, participando de un karaoke con
músicos en vivo prestos a tocar cualquier
hit del rock
anglosajón. ¡Santa mierda!, nos
saludaban a los allí presentes entre canción y canción, mientras nosotros lo
celebrábamos alzando nuestras cervezas. Holly
shit!... esas mismas palabras aunque con diferentes acentos, en boca de
cada uno de los mendas que se
atrevían a subir al escenario. Bueno, no en el caso del amigo Fabricio, que
decidió sustituir la expresión en inglés por ¡Puta mierda!, en un ejercicio de traducción al castellano bastante
libre. Pero es ahora, ¡justo ahora!, trescientos sesenta y cinco días después de
que Fabricio apareciese en escena, cuando ese grito adquiere su auténtico
significado. Incluso su traducción se antoja menos libre, más adecuada a las
circunstancias, más gráfica si cabe. Por que sí amigo: ¡Santa mierda! ¡Santa mierda! ¡¡¡Santísima mierda!!!... ¡Puta
mierda!
El martes más… Os dejo con Janis Joplin y lo que ella le pide al Altísimo. No recuerdo si esta la tocaron en el karaoke, aunque da lo mismo, no sé porque me ha venido a la cabeza. O tal vez sí...
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