“Battle Royale” o “Batoru Rowaiaru” en
japonés, es una novela de 1999 escrita por un tal Koushun Takami. Convirtiéndose al instante y gracias a la polémica que generó, en un auténtico best
seller en Japón. Posteriormente sería adaptada al cine por Kenji Fukasaku. E incluso se filmaría una secuela no basada en el libro, aprovechando el éxito de la marca. Por si no
había suficiente, el escritor decidió crear un manga basado en el libro y que cuenta con una segunda parte diferente a la secuela cinematográfica.
Y es que el universo “Battle Royal” se ha transformado en la gallina de los
huevos de oro y no solo para su creador. He de reconocer que no me he leído la novela y que tan sólo he ojeado la primera parte del manga. No me han quedado ganas de más. Lo que sí he hecho es ver las películas. Dos verdaeras joyitas.
La primera en un orden cronológico es “Battle Royale”. Dirigida por Kenji Fukasaku y estrenada en
el año 2000, lo mejor que puedo decir de ella es que es una tontá de cojones.... El punto de partida se sitúa en Japón en
un tiempo más o menos actual en el que, no sabemos bien porqué, se ha producido un derrumbe de la sociedad
de bienestar nipona, con la consecuente pérdida de los valores tradicionales. Los protagonistas
son un grupo de estudiantes en la edad del pavo, incluidos en un
programa estatal lúdico-educativo que consiste en situarlos en medio de una
isla armados y peligrosos, para que se eliminen entre sí hasta que sólo quede uno en pie. Cómo en "Los Inmortales" pero sin Christopher Lambert vaya. ¿Qué? ¿Promete verdad? Por si no te echa para
atrás la premisa inicial, te cuento: La estética es de telefilme basado en hechos reales. Esto se complementa con las pobres actuaciones de una panda de
aspirantes a actor, cuyo método consiste en exagerar los gestos y poner idéntica
cara de pasmo en todas y cada una de las situaciones. Y es que alguien debería repasar
con las nuevas generaciones de actorcillos japos, aquellas pelis
firmadas por sus clásicos. Las de Ozu, Mizoguchi, Kinugasa, Kobayashi,
Kurosawa... Y mostrarles la contención con la que actores como Chisu Ryu
bordan los papeles... Porque la actuación de esta mancha de
esquizofrénicos, ¡¡¡No se puede soportar!!! Y no me vale como justificación lo
de las interpretaciones “a la japonesa”. Se actúa bien o se actúa mal,
aquí y en Kyoto. Luego tenemos esas escenas en las que predomina una variante de la violencia
que denominaré “violencia rosa”. Dan muchísima grima. Por si no había
bastante con la sucesión de mamporros mal pegaos, tiros a mansalva y litros de salsa de tomate, ahora añadimos altas dosis de ñoñería adolescente al
cargo de esta cuadrilla de prementales... “Ooooh Norikoooo, te amo a pesar
de que chingaras con Tamagooootchi… Por eso te pego un tiro... Te amoooo muuchoooo... Pum pum..." Si esto no es un love
& pain yo ya no sé. Después están aquellos momentos de vergüencita ajena en los que se sobrepasa el absurdo y más
allá. No os perdáis, si es que tenéis el valor de acabaros la película, esa
gloriosa escena en la que Kuchikuchi o Jilipichi se
pone a hacer footin’ en mitad de la isla. Claaar dona!!! Tienes
tres días para matar a tus compis, dispones de un espacio limitado de unos de
pocos kilómetros, pero... ¿Cómo privarse de unas carreritas tonificadoras? Ya puestos y en esa espiral de sinsentidos, visto que las pipiolas y los pipiolos están de buen ver, podrían
haber introducido escenitas picantes... Tendría mucho más sentido, que queréis que os diga. Con una
esperanza de vida máxima de 72 horas, será preferible pegar un polvo antes que hacer deporte, ¿no?
Y luego viene “Battle Royale 2: Réquiem", de 2003. Dirigida por Kenta y Kenji Fukasaku
para confirmar la máxima que reza que segundas partes nunca fueron buenas. Aquí
ni las segundas, ni las primeras... Aquí tenemos de nuevo al gran Kenji
Fukasaku, acompañado esta vez por su hermano tonto, presto a deleitarnos con
las nuevas aventuras de ese grupo de niñatos con instintos
destructivos. ¡Si no querías té, toma dos tazas! Oseasé, más de lo
mismo, pero revisado y ampliado. Y es que quant més sucre més dolç. Lo
peor de esta segunda parte es todo. O sea, la película en sí. Su propia existencia. Y la hora y
pico perdida que hubieras podido aprovechar en otros menesteres. No sé, ver pasar los coches a través de la ventana, practicar tiro con arco, pasear en pelotas por la playa o ver un
documental varillas de sismógrafo y las repercusiones socio-políticas derivadas de su utilización en la Galitza polaca.
Lo mejor de BR2 es que llega un momento en el que se acaba. Sí tíos, lo hace y a Dios gracias. Un spoiler solo por joder:
El japo nº 1 muere, el japo Nº 2 también, el japo Nº
3 lo mismo, el japo Nº 4 para que contarlo, el japo Nº
5 imita a los anteriores, el japo Nº 6...
Conclusión final.
Estamos ante dos producciones de ínfima calidad. El mayor de los Fukasaku tenía fama de director incomprendido, aunque yo creo
haberle comprendido a la primera. Y no es que me alegre por su reciente deceso,
pero vaya, al menos nos hemos librado de más películas de esas con la etiqueta de incomprendidas. Y eso es todo… Aquí lo dejo. Ahora me voy a comprarme unos mangas,
a cortarme el pelo como Son Goku y a escuchar mis discos
de J. Pop...
Porca miseria!
No hay comentarios:
Publicar un comentario