viernes, 18 de abril de 2008

Wallander, otro Kurt entre los grandes


Mi primer acercamiento al universo Wallander, se lo debo a la biblioteca pública de Almussafes. Me apetecía leer alguna historia sencilla y de fácil enganche, por lo que me dirigí hacia la sección de novela negra. Allí me topé con la portada de un libro que me llamó poderosamente la atención. Mostraba el detalle de un cuadro de algún pintor prerrafaelita. La novela se titulaba “El hombre sonriente” y su autor era un tal Henning Mankell. La cuarta entrega de la serie del detective Kurt Wallander. Esa que narra las desventuras de un atípico inspector de la policía de Ystad, una pequeña localidad al sur de Suecia. Un escenario que, en aquel momento, me parecía poco adecuado para el desarrollo de tramas delictivas. Poco importó. Una vez terminado el libro volví a por más. Quería saber más sobre Wallander. Más bien necesitava Wallander en vena. Aún ahora, agotada la serie hace tiempo, a veces siento el mono. 

Lo más interesante de la serie es como Mankell consigue que nos encariñemos e incluso identifiquemos con un personaje complejo y a veces desagradable, repleto de virtudes pero con demasiados defectos. Y es que, a lo largo de las nueve novelas protagonizadas por Wallander, participamos de sus anhelos y sufrimos por sus decepciones, también nos alegramos por sus éxitos si bien, temiendo que las investigaciones nunca lleguen a buen puerto o que los malos acaben ganando la partida. Y es que el detective es un personaje de carne y hueso, demasiado humano incluso, haciendo gala de tal condición para meter la pata hasta el fondo con asiduidad. Contra lo que pudiera parecer, esto enriquece las tramas. Es más, a veces resulta más interesante la vida privada de Wallander que la investigación criminal de turno. Cómo ocurre con la fluctuante relación con su hija Lisa, que es directamente de love & pain en el caso de su anciano padre, un pasito para adelante y dos para detrás dependiendo del momento. También mola la extraña amistad o compañerismo que guarda con Svedberg y los sucesivos comisarios, algunos de los cuales veremos crecer con las entregas. Nada que ver con la admiración confesa por su mentor, el detective Rydberg, cuya sombra siempre es alargada. Por no hablar de ese amor casi platónico por Baiba Lieppa, protagonista secundaria de una de las novelas más celebradas de la serie. Como veréis son un montón de tramas y subtramas que se enredan a la investigación principal novela a novela, pero que, a diferencia de aquellas, no tienen un principio y un final. Aparecen y desaparecen como los ojos del Guadiana a lo largo de estas casi 3500 páginas que glosan la vida y obra de Kurt Wallander.

Otro aspecto a señalar en los libros, es la importancia del enclave. Las tramas se desarrollan principalmente en los alrededores de Ystad. El autor nos lleva de viaje a través de la orografía de la región de Escania. Cruzaremos mil veces el callejero de Ystad o el de la capital regional, Malmö, pero también transitaremos por esos caminos rurales que llevan hacia pequeñas localidades como Tommelilla. Reflejando estampas típicas de la vida en estas frías tierras salpicadas por pequeños núcleos habitados por gentes que siempre andan defendiéndose de un clima desapacible. De hecho el famoso viento de Escania tiene un papel protagónico. No obstante, a veces en el desarrollo de alguna trama, nos desplazamos hacia otros puntos de Suecia. O incluso del planeta, como a Riga y Sudáfrica. Lo que le sirve a Mankell para deslizar veladas críticas respecto a la situación política de aquellos países. Y no por una cuestión de patrioterismo o prepotencia primermundista. Y es que si hay algo que abunda en la saga, es autocrítica. Son épicas las amargas quejas por el hundimiento del modélico estado de bienestar sueco que Mankell pone en boca de su alter ego. Y es que Wallander, como su creador, es una suerte de socialdemócrata desencantado con todo. Lo de policía insomne con un enorme sentimiento de responsabilidad solo aplica al personaje de ficción.

¿Qué más decir sobre Wallander? Pues que os leáis las novelas. Y que abordéis la serie siguiendo un criterio cronológico, como yo no hice. Porque cada libro incluye guiños a los anteriores y las investigaciones suelen tirar de elementos descubiertos años atrás. De todas formas, cada historia es independiente y, en cierto sentido, autoconclusiva. Siendo las más interesantes “La falsa pista” y sobre todo “La quinta mujer”. Curiosamente la primera que se publicó en España pese a ser la sexta de la serie.

El orden de las novelas es el siguiente:

1. “La pirámide” (1999). Compila cinco relatos cortos en los que se abordan pasajes de la vida de Kurt Wallander anteriores a las tramas desarrolladas en el resto de libros.
2. “Asesinos sin rostro” (1991)
3. “Los perros de Riga” (1992)
4. “La leona blanca” (1993)
5. “El hombre sonriente” (1994)
6. “La falsa pista” (1995)
7. “La quinta mujer” (1996)
8. “Pisando los talones” (1997)
9. “Cortafuegos” (1998)

Además, en el 2002 Henning Mankell publicó la novela “Antes de que hiele”, cuyo personaje principal es Linda Wallander, la hija del inspector.

Como anécdota final comentaros que todas las novelas han tenido su correspondiente adaptación en forma de telefilm. Cintas bastante irregulares que recogen las andanzas del detective Wallander a quien pone cara el actor Rolf Lassgaard. También existe una serie de televisión inspirada en la figura del detective. En la actualidad podemos verla en Localia TV y creo que también en algún canal del cable.

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