Con este
álbum, que en realidad es una trilogía, Will Eisner alumbraría lo que hoy día conocemos
con el nombre de novela gráfica. Su aparición a finales de los setenta, tuvo
como consecuencia llevar al cómic a una dimensión superior. Dotarlo de esa
condición mucho más adulta y compleja que ya nadie le discute. Acabando con la
idea de que el tebeo era una cosa liviana para críos y, en definitiva, reivindicando
la existencia de un noveno arte. Y es que “La vida en la avenida Dropsie” recopila
las tres partes de una historia que evoca lo mejor de la literatura americana
de principios del siglo XX. Especialmente el “Manhattan Transfer” de John
Dospassos.
Estamos
ante un retrato cotidiano de la vida en un vecindario de la periferia de Nueva
York. Un relato plagado de dificultades y desgracias, pero también de alegrías
y esperanza. La primera parte titulada “Contrato con Dios” comienza
con Frimme Hersch rompiendo su vínculo con el Creador, tras ver morir a su hija.
A partir de ese hecho luctuoso, vemos cómo se desarrolla la vida de otros infelices
allí en la avenida Dropsie. El segundo episodio titulado “Ansia de vivir” se
centra en las dramáticas consecuencias del crack del 29 y la Gran Depresión. A través
de los ojos de Jacob Shtarkah, un personaje que bien podría ser un trasunto del
propio autor. “La avenida Dropsie” es el tercer y último episodio. Supone un
interesante recorrido por los cuatro siglos de existencia del barrio. Asistimos
a su crecimiento y cómo ha ido mutando debido
a las sucesivas oleadas de inmigrantes llegados de todas partes.
Will
Eisner fue un judío hijo de emigrantes establecidos
en Brooklyn. Desde muy temprano sintió la llamada del cómic, comenzando a
colaborar en diferentes revistas desde su etapa escolar. El éxito le alcanzará en
los años 40, con la creación de “The Spirit”. Un detective enmascarado que
protege del crimen a los habitantes de una ciudad imaginaria. Ya entonces comenzaría
a experimentar en su obra, aplicando técnicas cinematográficas en los encuadres
y jugando inteligentemente con las luces y las sombras. También se aplicaría en
las cuestiones narrativas. Sin embargo, tuvo que dejarlo todo en stand by a
causa de la Gran Guerra. A la vuelta, retomó “The Spirit”, prolongando su
existencia hasta 1952. No sería hasta mucho después cuando publicara “Contrato
con Dios”. El resto es historia.
La importancia de este personaje para el mundo de la historieta se refleja con la creación de los Premios Will Eisner en 1988. Los Oscar del cómic y que se entregan anualmente en el Comic-Con International de San Diego. Además, también le debemos la creación de un par de libros teóricos sobre la historieta, auténticas referencias a nivel mundial.
La importancia de este personaje para el mundo de la historieta se refleja con la creación de los Premios Will Eisner en 1988. Los Oscar del cómic y que se entregan anualmente en el Comic-Con International de San Diego. Además, también le debemos la creación de un par de libros teóricos sobre la historieta, auténticas referencias a nivel mundial.
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