“Adiós pequeña, adiós” constituye el debut cinematográfico de Ben
Affleck como director. Conocido por su faceta como actor y también como guionista, en donde ha sido galardonado con un Oscar por el guión de “El indomable Will Hunting”, Affleck adapta aquí el best seller de Dennis
Lehane “Desapareció una noche”. En su ópera prima se ha rodeado
de un interesante elenco actoral, destacando la presencia de su hermano Casey en el papel protagonista, pero también Ed Harris y Morgan Freeman en roles secundarios.
La película arranca con la desaparición de una niña en un barrio obrero de Boston. A raíz de este dramático acontecimiento, dos detectives privados contratados por la familia se dedicarán a buscar pistas que les conduzcan al paradero de la pequeña. Pero conforme avanzan en la investigación, se van adentrando más y más en un oscuro mundo repleto de camellos, drogadictos, ex–presidiarios, pedófilos y hasta policías corruptos.
La película arranca con la desaparición de una niña en un barrio obrero de Boston. A raíz de este dramático acontecimiento, dos detectives privados contratados por la familia se dedicarán a buscar pistas que les conduzcan al paradero de la pequeña. Pero conforme avanzan en la investigación, se van adentrando más y más en un oscuro mundo repleto de camellos, drogadictos, ex–presidiarios, pedófilos y hasta policías corruptos.
A pesar de venir precedida de muy buenas críticas, opino que nos
encontramos ante una película bastante mediocre. Su principal laguna está en el
desastroso desarrollo de la narración. A saltos, repleta de imprecisiones y absolutamente
tramposa. ¿A quién coño se le ocurrieron esas escenas explicativas utilizando
la voz en off? Unos vicios que lastran irremediablemente una historia
que se muestra incapaz de levantar el vuelo en ningún momento. Además la trama
se desarrolla de una forma un tanto irreal, alternando torpemente enfoques
propios de una película costumbrista, con otros dotados de una carga dramática
digna de un telefilm “basado en hechos reales”. Y esto es lo peor de todo, ya
que al acabar de verla, la sensación que queda es la de haber presenciado cualquier
basura de esas que programan en la sobremesa de Antena 3.
La interpretación de los actores tampoco juega en favor del conjunto, siendo Casey Affleck el único que se salva, por poco, de la quema. Es más, hay personajes fatalmente trabajados como esa madre drogadicta que ni siente ni padece, interpretada por Amy Ryan (¡que estuvo nominada al Oscar por este papel!...me lo expliquen). O la compañera del protagonista, a quien pone cara Michelle Monaghan, personaje con una participación muy imprecisa. Eso sí, muy guapa la chica. Bueno, ¿y ese final? En fin... Me lo reservo para que lo degustéis. Positivo, lo que se dice positivo, poco o nada. Tal vez las escenas que se desarrollan en la casa de los pedófilos, que tienen bastante fuerza. Pero parece poca cosa para las casi dos horas que dura el film. Y es que da la sensación de que a Ben Affleck aún le queda mucho por aprender.
Por último mencionar que durante toda la película he tenido la sensación de que, o bien el director o el autor de la novela, o ambos en connivencia, se han dedicado a fabular sobre el posible desenlace del famoso caso Maddy McCann. Creo que esto ya fue planteado por algunos periodistas tras su estreno. Los productores negaron la mayor. Pero vaya, cuesta mucho abstraerse de las similitudes.
Añadir que, como aún no he leído nada escrito por Dennis Lehane, no puedo valorar sus dotes como literato. Pero sabiendo que entre sus novelas más conocidas está “Mystic River”, origen de la extraordinaria película dirigida por Clint Eastwood en 2003, resulta tentador establecer una comparación entre ambas adaptaciones. No sé si acabaré leyendo cualquiera de estas dos novelas. En todo caso, apostaría que Ben Affleck no sale bien parado. Vaya, que más allá de la calidad de las obras, Ben no es Clint. Ni creo que llegue a serlo nunca.
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