Si
algo tiene de bueno Bancaja, la entidad financiera indígena, es que ha
sabido elegir muy bien a sus responsables culturales. Tal vez no sea mucho
consuelo viendo en la que nos han metido, pero vaya, le tengo que reconocer ese
mérito a riesgo de ser el único. Cuento esto porque la muestra estrella
del Centro Cultural Bancaixa durante estos meses, “En la ciudad China – Mirada sobre las transformaciones de un Imperio”, es una auténtica
gozada. Y lo expreso así, sin ambages, me parece la mejor exposición que he
visto en mucho tiempo. Es verdad que viene con el sello de garantía del CCCB de Barcelona.
“En
la ciudad china” es una muestra fundamentalmente audiovisual en la que, a través
de proyecciones, maquetas, fotos y sonidos se nos acerca al extraño e
hipersónico viaje que han sufrido las más importantes ciudades chinas -y
suponemos que China en general- en un corto espacio de tiempo. Asistimos, entre
otras cosas, a como era el Shangai prerrevolucionario, el Pekín post – JJOO o que es lo que queda de Shuzou, “la Venecia de Oriente”. Una
China remota y ultramoderna, cuyo proceso de occidentalización parece no tener
fin. Al
coste que sea, cuestión esta que también se muestra a través de imágenes y
variada documentación. Es lo que tienen las dictaduras, que su propaganda
oficial intenta convencer a los oprimidos ciudadanos de que todo lo hace para
ellos, pero sin contar con ellos. Es duro contrastar como el esplendor de los
rascacielos de las megalópolis chinas está siendo observado por millones de
ciudadanos que se hacinan en fábricas -en sitios como Shenzen-, o pululan por
las calles de la capital aceptando todo tipo de trabajos para sobrevivir. La crítica
no se agota aquí y hay otros momentos presentes en la muestra, que no pasan
desapercibidos. Por ejemplo lo relativo a los costes, no sólo económicos, que suponen los
nuevos macro proyectos anunciados para los próximos años por el gobierno chino. Por ejemplo el de “La presa de las Tres Gargantas”, que supondrá al menos millón y medio de
desplazados.
Resulta
interesante ver reflejado en imágenes en que consiste ese concepto tan
utilizado por las autoridades chinas de “La gran mutación”. A nivel
arquitectónico y urbanístico no significa otra cosa que la destrucción de todo
vestigio de la vieja China urbana. Con ello están consiguiendo perder parte de
la identidad que, con denuedo habían edificado las pasadas generaciones de
chinos. O tal vez no y lo que están logrando es construir una nueva identidad
nacional, cuya representación en lo arquitectónico consiste en estas ciudades
futuristas que evocan los mundos soñados por el mismísimo Philip K. Dick.
No sé
qué más decir tíos, pero lo cierto es que la exposición es una pasada. Yo ya he
ido un par de veces y pienso acercarme alguna más antes de que chapen. Sobre
todo por volver a ver alguno de los cortos de destacados cineastas chinos que forman parte de la muestra. Con una mención especial para el de Jia Zhangke sobre los canales de Shuzou. Precioso. Pues eso. Y que no
os la deberíais perder. Estará hasta finales de junio. Ánimo.
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