viernes, 23 de octubre de 2009

Censura y cine

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Censura, de Eric Drooker 

La censura, según dispone el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, es el "examen y aprobación que anticipadamente hace el censor gubernativo de ciertos escritos antes de darse a la imprenta". En un sentido más amplio se considera como el ejercicio del poder, por parte de la administración o de alguna organización o grupo influyente, para controlar la libertad de expresión. Así pues con la censura se criminalizan ciertas acciones o su comunicación, prohibiendo la información, los puntos de vista o determinadas formas de expresión como el arte. En relación con este último punto, es este un país en el cual aún está reciente la importante censura artística oficiada por el régimen franquista, especialmente preocupada en todo lo relacionado con el mundo del cine. De hecho, durante estos días, ha visto la luz un interesantísimo estudio de Alberto Gil en el cual se explora cómo actuó la censura en aquellos tiempos. 

A la vista de los últimos acontecimientos, parece como si aún no hubiésemos superado esa oscura etapa de la historia española. Me estoy refiriendo por supuesto, al estrambótico episodio de la calificación como película “X” de la sexta entrega de la saga Saw. Se tenía que estrenar hoy viernes, de hecho el cartel promocional del estreno aún colgaba de algunas marquesinas ayer por la tarde. Sin embargo no va a ser así, porque al recibir esa clasificación el film solamente puede ser proyectado en salas porno, compartiendo espacio con “Tetanic”, “Se fue en busca de trabajo y le comieron lo de abajo” o “Cortocircoito III”.

Manda cojones con la Comisión de Calificación del Ministerio de Cultura. ¡A buenas horas mangas verdes! Vale que estas pelis, me refiero a las de la saga Saw, son harto desagradables. Abusan con la violencia explícita, convirtiéndose en un espectáculo gore en el cual se van sucediendo escenas de vísceras a cada cual más salvaje. Pero eso no es suficiente para prohibir su proyección en salas “normales”, relegándola a cines en los que los espectadores en lugar de comprar palomitas piden rollos de papel higiénico. Y no es justificable porque estamos hablando de expresión artística, de fabulación, todo aquel que va al cine para ver Saw VI u otras producciones de similares características sabe que va a ver algo que no es real. Señores de la Comisión, ¡que las mutilaciones son falsas! ¿no se han enterado? Y lo de pretender justificar la censura de Saw VI con que existe en ella “apología de la violencia extrema” es de traca. Entonces ¿también son unos apologetas los programadores del Telediario, en el cual nos muestran asesinatos, atentados, violencia y miserias humanas de todo tipo y condición? ¿o los programuchas de a media tarde?

Lo peor de todo esto es que, al final, la productora acordará con la comisión los términos en que puede ser exhibida la película. Y con un corte aquí y otro allá, gracias a la promoción gratuita que están consiguiendo, las salas de todo el país se llenarán de teenagers con ganas de ver sangre y menudillos. Y la productora obtendrá una recaudación record, si no, tiempo al tiempo. Y mucha gente, que de antemano no se planteaba en ir a ver semejante mierda, pues acudirá al cine. Por que todo hay que decirlo, Saw y sus secuelas es lo peor que ha parido madre desde las películas de Los albóndigas o Porky’s. Vista la primera vistas todas. 

Y si realmente es tan violenta y entendemos que no es aconsejable que los menores la vean, pues hagamos como en algunos países en los que la clasificación por edades se aplica a rajatabla. Si no tienes 18 años no puedes entrar a verla. Ahora, si los tienes y quieres tirar por la basura los siete euros de rigor, pues allá tú. Sin necesidad de censurar nada. Que en vez de ir para adelante a veces parece que vamos marcha atrás, ¡joder!

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