¿Todos somos Polanski?

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La semana pasada El País publicaba una interesante columna, firmada por Francesco Manetto, en la que se denunciaba la miserable reacción de un gran número de cineastas, intectuales y algún político francés, ante la detención del director franco-polaco Roman Polanski. El artículo de Manetto, titulado "Solidaridad con un violador", revela el doble rasero y el corporativismo existente entre las gentes del artisteo. El columnista, muy acertadamente, recuerda a este gremio que carecen de inmunidad ante la justicia, debiendo rendir cuentas a esta al igual que haría cualquier hijo de vecino.       
 
Y es que la cosa tiene bemoles. La policía suiza detiene al cineasta no por capricho, sino por un imperativo legal inexcusable: Orden de búsqueda y captura emitida por los tribunales norteamericanos contra Polanski, treinta años atrás. Y es que el director polaco decidió huir de los EEUU para eludir las consecuencias penales originadas por haber mantenido "una relación sexual ilícita”, o sea, por chiscarse a una cría de trece años. Sin embargo, como se señala en el artículo mencionado, sorprende ver como, tan sólo cuarenta y ocho horas después de su detención, todo el mundo de la farándula parisina daba la cara por Roman Polanski. Incluso el Ministro de Cultura francés, al que debemos unas patéticas declaraciones en las que parecía invocar a la existencia de una supuesta "inmunidad artística". ¡Manda huevos con el Ministro! 

El caso es, que como el tema me indigna y me interesa por partes iguales, este fin de semana me ha dado por ver el documental que Marina Zenovich hizo en 2008 sobre el affaire Polanski. Se titula “Roman Polanski: Se busca (Roman Polanski: Wanted and desired)” y a pesar de ser bastante tendencioso, es muy interesante por la profusión de datos y puntos de vista que aporta. El asunto que origina la filmación de este documental consiste, a grandes rasgos, en que el cineasta se aprovechó de su posición para acostarse con una niña a la que estaba fotografiando para un trabajo. Al parecer, le dio a tomar bebidas alcohólicas, drogas y luego la forzó a mantener relaciones con él. Al día siguiente, la madre de la niña presentó una denuncia formal ante la policía por violación de una menor.

El documental se centra en demostrar que Polanski no tuvo un juicio justo. Pone mucho énfasis en desacreditar la figura del juez Rittenband, un tipo autoritario que se cree con derecho a administrar justicia a su libre albedrío y con dudoso sometimiento al imperio de la ley. En este punto la Zenovich lo hace muy bien y la figura del juez californiano queda completamente ridiculizada. Sin embargo, donde hace aguas, es con el burdo intento de justificar la acción de Polanski en que la niña era una "buscona". La directora llega a insinuar que ya había consumido drogas y mantenido relaciones sexuales con anterioridad, y que su madre la orientaba a la consecución de un braguetazo con algún miembro del famoseo hollywoodiense. Como si por eso fuese menos niña. 

Bien. En todo caso, ninguno de los datos aportados por el documental es capaz de negar la mayor: que Polanski violó a una menor. Y hay que decirlo así de claro, porque eso es lo que pasó. El propio documental recoge este extremo y vemos como la única preocupación de sus abogados es llegar a un acuerdo con el Ministerio Fiscal para rebajar la acusación inicial de “violación con uso de drogas” por la de “relación sexual ilícita”, de carácter más leve. De hecho, este acuerdo llegó a producirse, admitiendo así Polanski su culpabilidad. Y sí, es cierto que el trato que se le dio durante el juicio deja mucho que desear, pero la denuncia de este hecho tan sólo sirve para constatar las lagunas del sistema jurídico anglosajón, tan alabado por algunos de mis profesores de Facultad. Incluso estoy dispuesto a admitir, que la manera como se ha detenido a Polanski treinta y dos años después, tampoco es la más correcta. Sin embargo el tema de fondo sigue siendo el mismo.

Ah, pero la farándula no se baja del burro. En nuestro país tenemos a Almodóvar de vocero oficial, soltando paridas como esta: "No acepto que la justicia utilice atajos, mucho menos cuando esa misma justicia defiende la pena de muerte y hace posible el infierno de Guantánamo". Joder Pedro, ¿qué tendrán que ver los cojones para comer trigo? O el “también hay que destacar que la víctima de tales abusos pidió hace años que se le retiraran los cargos.” Claro hombre, previa compensación extrajudicial de unos 640.000 euracos de ná, pagados en negro por cierto. Con dos cojones Pedrito, tú y los de tu tribu cubriéndoos de gloria. A ti te pasa como a Javier Clemente, que la realidad os ha dado cantidad de oportunidades para quedaros calladitos y no habéis sido capaces de aprovechar ni una… ¡ya os vale!

Menos mal que no todo el mundo es tan cerril. Por ejemplo el periodista de L'Éxpress Renaud Revel, que afirma con rotundidad que "la ley no es una falsa moneda o un sonajero para los poderosos, ni la industria del espectáculo es una zona libre de derecho o una república bananera. Los textos y las reglas no están hechos solamente para el hombre de la calle o para el ciudadano medio". Ahí le has dado. ¿Qué hubiese pasado si el detenido hubiese sido funcionario, basurero u obrero de la construcción? ¿También hubiese salido algún Ministro en su defensa? ¿Habría huelga de funcionarios? ¿Basureros furibundos lanzando bolsas de basura contra los Juzgados?... ¿Hace falta responder?

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PD. La viñeta es de Ferreres y apareció en Público y El Periódico (de Catalunya) de ayer.

PD. II Ya lo se Lupin, me he adelantado y lo siento mucho, pero es que no podía dejarlo pasar. Sí quieres te ficho para el blog... je je je  

PD. III Eso no quita que algunas de las pelis de Polanski me pirren... empezando por "El cuchillo en el agua", "Repulsión", "El quimérico inquilino"...