Anteayer
recibí una llamadita de Iberia, o mejor dicho de Iberia Plus, el programita de
fidelización de clientes que se han montado y a través del cual, supuestamente,
uno acumula puntos por los vuelos que realiza con la compañía, y que luego podrá canjear
por descuentos, vuelos gratuitos o servicios ofertados por las compañías
asociadas al programa. La llamada pretendía convencerme de lo maravilloso que
es volar con Iberia, ser miembro de Iberia Plus y poder acceder a una American
Express supermegaguay por el gañote (el primer año sólo, ¡ojo!). Y da lo mismo que
no te haga falta para nada, que no te interese lo más mínimo, o que no
comprendas lo maravilloso que es tener la tarjetita de marras, no, eso a Iberia
le importa un güevo. Y es que más que intentar convencerme parecía como si me obligaran a comprar bajo amenaza. ¡Señor aquí está su American Express!... ¡se la lleva por cojones!
Y
es que no me las había visto en la vida con un comercial tan impertinente y
faltón como el que me llamó:
-
Estoy hablando
con el Sr. Sulo Resmes cliente de Iberia Plus número bla bla bla bla bla bla
bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla
bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla
bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla
bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla
bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla
-
Pues sí, soy
yo.
-
Mire le
llamamos para informarle de la maravillosa oferta bla bla bla bla bla bla bla
bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla
bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla
bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla
bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla
bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla
bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla
bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla
bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla
bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla
bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla
bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla
bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla
bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla
bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla
bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla
bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla
bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla
bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla
bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla
bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla
bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla... ¿la conocía?
-
Pues sí, ya me
llegó su carta.
-
¿Y?
-
Pues muy bien,
pero creo que no me interesa.
-
¿Me está Vd.
diciendo que va a dejar pasar esta oportunidad exclusiva?
-
Pues bueno… es
que no me interesa, la verdad.
-
¿Y por que no
le interesa?
-
Pues por que
no. No me hace falta, sin más.
-
Pero… ¿puedo
saber los motivos?
-
¡Que no me
interesa! No pretenderá que compré algo que no quiero.
-
No va a
comprar nada, es gratis y es una oportunidad excepcional.
-
Ya, pero a mi
no me hace falta.
-
¿Pero porqué?
-
Ya se lo he
dicho. No me hace falta… no me es necesaria… no le veo utilidad dada mi
situación actual… no me reporta nada interesante… con las que tengo ya, me basto
y me sobran.
-
¿Pero puedo
saber los motivos?
-
[…]
Y
así, ad infinitum…
Podría
pensarse que esta actitud tan sólo define la mala educación de una comercial,
con nombre y apellidos, por lo que no hay culpa atribuible a Iberia. Bueno y también que la empresa es
“irresponsable” por los actos de sus trabajadores y representantes. ¡Y una mierda! Conociendo como se las gasta Iberia, no
me lo trago. Seguro que les da instrucciones de como sacar de quicio al personal. Encima es ella quien contrata a sus comerciales, bien sera directa o indirectamente. Y desde luego no actuan de motu propio sino que van en
representación de la compañía. Así que, bien sea por acción o por omisión son
responsables y que no me vengan con milongas. El único irresponsable que existe
en este país es el Rey
Juan Carlos I… y no es algo de lo que sentirse orgulloso. Parece claro que
están desesperados por sacarnos la pasta y punto... que ya no ganan tanto, por la puta crisis y en lugar de mil millones ahora ingresan novecientos
noventa y nueve… ¡anda y que os den por donde amargan los pepinos joputas!
El
caso es que mi relación con la “compañía de bandera” no está siendo muy buena de
un tiempo a esta parte. La cosa se agravó con motivo del vuelo
de vuelta San José (de Costa Rica) – Madrid que me tocó padecer durante el
pasado mes de agosto. Doce horitas sentado en un avión tercermundista en el
cual, ni funcionaban las luces, ni los canales de audio para música y
películas, ni el reparto de prensa gratuita (que no llegó más allá el primer
tercio del pasaje). Pero lo más grave de todo fue la tomadura de pelo a la que
fuimos sometidos por parte de las auxiliares de vuelo y del sobrecargo. Este
último, al ver el aumento en las reclamaciones de los pasajeros (en forma de
timbrazo) y que sus excusas de mal pagador no calaban, optó por la vía más fácil,
meterse en un agujero y desaparecer. En vista de lo cual las azafatas, superadas
por los acontecimientos, comenzaron a actuar como machacas de la compañía empleando
muy malos modos, incluso utilizando palabras malsonantes y algún insulto que otro.
Evidentemente, después del viajecito que nos dieron, interpusimos una reclamación en Barajas. Pero no sirvió de nada. A los pocos días la compañía nos envío un e-mail repleto de buenas palabras y promesas futuras de mejora que, por lo que he leído en prensa y por lo que me contó recién un compañero de trabajo, no se han sustanciado en nada. Eso sí, de disculparse res de res.
…y de la comida de abordo mejor ni hablamos, lo dejamos para otro post.
Evidentemente, después del viajecito que nos dieron, interpusimos una reclamación en Barajas. Pero no sirvió de nada. A los pocos días la compañía nos envío un e-mail repleto de buenas palabras y promesas futuras de mejora que, por lo que he leído en prensa y por lo que me contó recién un compañero de trabajo, no se han sustanciado en nada. Eso sí, de disculparse res de res.
…y de la comida de abordo mejor ni hablamos, lo dejamos para otro post.
Esa
es Iberia, una compañía aérea de las majors, con precio de major pero servicios
y condiciones de low cost. Y no se cortan un duro, la última ha sido proponer el cobro por la facturación de los equipajes en bodega, como si de Ryanair se
tratase. Que sí, que la crisis azota al
sector y todo lo que queráis, pero servidor ha volado en otras compañías como
KLM, Lufhansa o Malaysia Airlines, por poner un caso extremo, y las
comparaciones son odiosas. Y a estas también les afectará la crisis, digo yo. En fin,
sigan así directivos de Iberia, que otra vez va a volar con vosotros… ¡tu puta madre!
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